Palazzo Cellammare

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El Palazzo Cellammare, ubicado en el barrio de San Ferdinando en Nápoles, es un símbolo de esplendor e historia que atraviesa siglos de acontecimientos. Construido a principios del siglo XVI por orden de Giovanni Francesco Carafa, abad de Sant’Angelo di Atella, inicialmente encarnaba el esplendor del renacimiento napolitano. Su ubicación, con vistas al mar y a las colinas circundantes, lo convertía en uno de los lugares más privilegiados de Nápoles. El palacio ha sufrido numerosas remodelaciones y cambios de propiedad, reflejando las turbulencias y transformaciones históricas de la ciudad. Durante la revuelta de Masaniello en el siglo XVII, el palacio fue asaltado, marcando uno de los episodios más dramáticos de su historia. Poco después, en 1656, la epidemia de peste que golpeó Nápoles convirtió al palacio en un lazareto, destacando su función adaptable a las necesidades de la ciudad. En el siglo XVIII, el palacio fue adquirido por el príncipe de Cellammare, Antonio Statella, quien encargó una serie de importantes restauraciones y ampliaciones. El arquitecto Ferdinando Sanfelice, famoso por su estilo barroco, fue encargado de transformar el palacio en una residencia suntuosa, con una magnífica escalera monumental y salones decorados con frescos y estucos de gran valor. Durante los siglos XVIII y XIX, el palacio se convirtió en un centro cultural y social de primer plano, albergando numerosos eventos mundanos y recibiendo a personalidades ilustres. Entre ellos se encontraban artistas, escritores y políticos, que contribuyeron a hacer de Palazzo Cellammare un lugar de efervescencia cultural. Entre los visitantes más conocidos se encuentran Giacomo Casanova, que se alojó en el palacio durante una de sus aventuras napolitanas, y Johann Wolfgang von Goethe, que lo visitó durante su famoso viaje por Italia. En el siglo XIX, el palacio fue renovado y adaptado a las necesidades de sus nuevos propietarios, los príncipes Caracciolo di Avellino. Las salas se enriquecieron con nuevas decoraciones, muebles de calidad y obras de arte, consolidando el prestigio del palacio como residencia noble. Durante este período, Palazzo Cellammare también fue testigo de importantes eventos históricos, como la visita de Giuseppe Garibaldi después de la expedición de los Mil y la anexión del Reino de las Dos Sicilias al Reino de Italia. El siglo XX marcó un período de declive para el palacio, que sufrió daños durante la Segunda Guerra Mundial y fue parcialmente abandonado. Sin embargo, gracias a los esfuerzos de recuperación y restauración, el palacio ha recuperado su antiguo esplendor, convirtiéndose en un lugar de gran interés histórico y cultural. Hoy en día, Palazzo Cellammare alberga eventos culturales, exposiciones de arte y visitas guiadas, permitiendo a los visitantes sumergirse en su rica historia y en sus magníficas salas. Uno de los elementos más fascinantes del palacio es su arquitectura. La fachada, caracterizada por líneas elegantes y proporciones armoniosas, refleja el gusto renacentista, mientras que los interiores, con sus decoraciones barrocas y rococó, testimonian las sucesivas transformaciones estilísticas. El patio interior, con su galería de dos órdenes, es un ejemplo perfecto de cómo la arquitectura napolitana combina funcionalidad y belleza. Entre las curiosidades relacionadas con el palacio, se cuenta que la familia Caracciolo había creado una serie de pasajes secretos y túneles subterráneos, utilizados para escapar de los enemigos o para llegar de forma segura a otras propiedades de la familia. Estos pasajes, algunos de los cuales aún existen, añaden una capa adicional de misterio y encanto al palacio.
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