Fuente de Neptuno
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La Fuente de Neptuno en Bolonia, un ícono de la ciudad, se alza imponente en la Plaza de Neptuno, junto a la Plaza Mayor. Encargada por el cardenal legado Carlo Borromeo en 1563 y diseñada por el arquitecto Tommaso Laureti, la fuente fue completada en 1566 con la estatua de bronce de Neptuno, obra del famoso escultor flamenco Jean de Boulogne, conocido como Giambologna.
La escultura representa al dios del mar Neptuno con una majestuosidad impresionante, su figura atlética y poderosa domina la cuenca inferior, rodeada de putti y criaturas marinas que lanzan agua por las bocas, creando un fascinante juego de agua que celebra el poder del dios y la vitalidad del agua misma. La imponente estatua de Neptuno, de 3,20 metros de altura, es símbolo de poder y dominio, con el tridente levantado en un gesto de autoridad que evoca el control sobre los mares.
La arquitectura de la fuente es un notable ejemplo de estilo manierista, combinando armoniosamente elementos clásicos e innovadores. El pedestal de piedra de Istria está decorado con escudos de armas, símbolos e inscripciones conmemorativas. Las figuras de los putti y las sirenas, esculpidas con gran atención a los detalles anatómicos, representan los ríos y fuentes de agua, elementos fundamentales para la vida y la prosperidad de la ciudad.
Un dato interesante es el proceso de selección del artista. Giambologna ganó la comisión después de presentar un modelo de la estatua al cardenal Borromeo y al papa Pío IV, superando la competencia de otros destacados artistas de la época. Su habilidad para representar el dinamismo y la fuerza del cuerpo humano, influenciada por el estudio de obras clásicas, fue determinante para su elección.
A lo largo de los siglos, la Fuente de Neptuno ha sido sometida a varios trabajos de restauración para preservar su belleza y funcionalidad. Durante la Segunda Guerra Mundial, la estatua fue desmontada y puesta a salvo para evitar daños por los bombardeos. Restauraciones recientes, completadas en 2017, han devuelto a la fuente su esplendor original, permitiendo admirar nuevamente los detalles finamente esculpidos y la compleja ingeniería hidráulica que la caracteriza.
La fuente ha inspirado a numerosos artistas y escritores, convirtiéndose en un tema recurrente en las descripciones de Bolonia. También está asociada a diversas leyendas locales, una de las cuales cuenta que frotar el dedo del pie de la estatua trae buena suerte, un gesto que sigue atrayendo a los visitantes.
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