Iglesia de Nuestra Señora Victoriosa

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Praga,
Malá Strana
La Iglesia de Santa María de la Victoria, ubicada en el barrio de Malá Strana en Praga, es famosa no solo por su arquitectura barroca, sino sobre todo por albergar la célebre estatua del Niño Jesús de Praga. La historia de la iglesia y la estatua refleja siglos de devoción, conflictos religiosos y transformaciones políticas que han moldeado la historia de Bohemia. La iglesia fue originalmente construida en 1611 para los luteranos alemanes en estilo tardorrenacentista. Sin embargo, con la victoria de las fuerzas católicas en la Batalla de la Montaña Blanca en 1620, el control de la iglesia pasó a manos de los católicos, marcando el inicio de la Contrarreforma en Bohemia. En 1624, el emperador Fernando II donó la iglesia a los Carmelitas Descalzos, quienes la consagraron como “Nuestra Señora de la Victoria y San Antonio de Padua”. Fue en este período que comenzó la transformación de la iglesia en estilo barroco. La fachada de la iglesia se completó en 1664 gracias a la donación de Baltasar Marradas, y la estructura se enriqueció aún más con la adición de una torre en 1669. En el interior, la iglesia está adornada con numerosas obras de arte, incluyendo pinturas de Petr Brandl y un altar dedicado a la Virgen con una pintura de 1626. La estatua del Niño Jesús de Praga, una representación del Cristo niño que data del siglo XVI y originaria de España, es sin duda el elemento más famoso de la iglesia. La estatua fue donada a los Carmelitas Descalzos en 1628 por Polyxena de Lobkowicz, una noble checa, y pronto se convirtió en objeto de devoción popular. Durante la invasión sueca de 1631, la estatua fue dañada y arrojada entre los desechos, pero fue encontrada en 1637 por el Padre Cyrillus. Desde entonces, el culto al Niño Jesús de Praga se extendió rápidamente, con numerosos testimonios de milagros y gracias atribuidas a su intercesión. En 1655, la estatua fue solemnemente coronada por el arzobispo de Praga Ernst Adalbert von Harrach, un evento que consolidó aún más su importancia devocional. La tradición de vestir la estatua con vestiduras litúrgicas donadas por benefactores continúa hasta hoy, con ropas que cambian según el período litúrgico. La iglesia y la estatua del Niño Jesús de Praga se han convertido en un centro de peregrinación internacional. Incluso durante los difíciles períodos del nazismo y del régimen comunista, los peregrinos, especialmente de países de habla hispana, continuaron visitando el santuario. La veneración oficial se reanudó con renovado vigor en 1993, cuando los Carmelitas Descalzos regresaron a la iglesia por invitación del arzobispo de Praga Miloslav Vlk. Cada año, la iglesia alberga una procesión solemne con una copia de la estatua, un evento que atrae tanto a devotos como a turistas. La estatua misma está adornada con ropas preciosas donadas por varios benefactores a lo largo de los siglos, incluyendo vestiduras bordadas en oro y telas preciosas, que se cambian según los colores litúrgicos. La visita del Papa Benedicto XVI en 2009, que coronó nuevamente la estatua y donó una nueva corona, subrayó aún más la importancia devocional e histórica de la iglesia. La estatua del Niño Jesús de Praga sigue siendo un símbolo de fe y esperanza para muchos, manteniendo viva una tradición secular que atraviesa fronteras y culturas.
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