Basílica de San Jorge

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La Basílica de San Jorge, ubicada dentro del complejo del Castillo de Praga, es una de las iglesias más antiguas y significativas de la ciudad, que data del año 920 d.C. Fue fundada por Vratislao I de Bohemia y está dedicada a San Jorge. Este edificio no solo es un importante ejemplo de arquitectura románica, sino que también guarda una rica historia que se entrelaza con los acontecimientos políticos y religiosos de la región. La basílica original fue ampliada en 973 con la adición de un convento para las monjas benedictinas. Desafortunadamente, un devastador incendio en 1142 destruyó gran parte de ella, lo que llevó a una reconstrucción que le dio a la basílica su actual estilo románico. Durante el siglo XIII, se añadió la capilla de Santa Ludmila, que alberga los restos de la santa, abuela de San Venceslao, una de las figuras más veneradas de la historia bohemia. La basílica ha sufrido más modificaciones a lo largo de los siglos, incluyendo una importante intervención en la época barroca, cuando el arquitecto F.M. Kanka añadió la Capilla de San Juan Nepomuceno a principios del siglo XVIII. Esta capilla se caracteriza por un rico aparato decorativo que contrasta con la sobriedad románica de la iglesia principal. La fachada de la basílica, hoy en día de un vibrante color terracota, es resultado de restauraciones del siglo XIX, en particular entre 1887 y 1908, a cargo de František Mach, quien intentó restaurar el aspecto románico original después de que el edificio sufriera graves daños durante la ocupación militar en el siglo XVIII. El interior de la basílica es austero y monumental, dominado por paredes de bloques de piedra caliza. Este contraste con las iglesias barrocas y rococós de Praga crea una atmósfera única, donde la sencillez románica realza la espiritualidad del lugar. La basílica es de tres naves con dos torres en el extremo oriental, llamadas respectivamente Adán y Eva. La Basílica de San Jorge también es un importante lugar de entierro para la dinastía de los Přemyslidi, que gobernó Bohemia en la Edad Media. Entre los enterrados se encuentran Vratislao I, Oldřich y Jaromír, además de Santa Ludmila. La presencia de estas tumbas subraya la importancia histórica y religiosa del lugar. Durante el reinado de José II, la basílica y el convento adyacente fueron desconsagrados y utilizados por el ejército, un destino común para muchos edificios religiosos de la época. Sin embargo, gracias a posteriores intervenciones de restauración y a su transformación en museo, la basílica ha sido preservada y hoy alberga la colección de arte bohemio del siglo XIX de la Galería Nacional de Praga. Además, el edificio se utiliza como sala de conciertos, aprovechando la excelente acústica de sus altas bóvedas románicas. Entre las obras de arte conservadas en su interior, destacan los fragmentos de frescos del siglo XII, que ofrecen valiosos testimonios del arte medieval. Las decoraciones incluyen un altar con pinturas y frescos que representan escenas de la vida de los santos, añadiendo un valor artístico e histórico adicional a la basílica.
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