Basílica de Santa María del Pi

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La Basílica de Santa Maria del Pi, ubicada en el corazón del Barrio Gótico de Barcelona, es un ejemplo extraordinario de arquitectura gótica catalana. Su construcción comenzó en el siglo XIV, precisamente en 1319, y se completó en 1391. Esta iglesia parroquial debe su nombre a una leyenda según la cual la imagen de la Virgen María fue encontrada en un tronco de pino. El edificio se caracteriza por una sola nave de grandes dimensiones, que mide 54 metros de largo por 16,5 metros de ancho y 27 metros de altura, con un ábside poligonal y siete capillas laterales situadas entre los contrafuertes góticos. El aspecto sobrio y macizo de la fachada principal está dominado por un gran rosetón, originalmente realizado en el siglo XIV, pero destruido durante la Guerra Civil Española de 1936 y posteriormente reconstruido entre 1939 y 1943 por Josep Maria Jujol. La basílica es conocida por su campanario octogonal, de 54 metros de altura, que se eleva en el lado sur del ábside. Esta torre campanario, completada en 1497, tiene una base de 3,55 metros de grosor, lo que le confiere una sensación de robustez y solidez. Otro elemento distintivo de la fachada es la puerta principal, decorada con una escultura gótica de la Virgen con el Niño, mientras que el tímpano está adornado con bustos de María y los Apóstoles. El interior de la basílica es igualmente impresionante, con un altar mayor diseñado por Joaquim de Ros i de Ramis en 1967, presidido por una gran imagen de la Virgen María, obra del escultor Enric Monjo de 1973. El altar actual reemplaza varios retablos que se han sucedido a lo largo de los siglos, incluido un retablo neogótico realizado por Francisco de Paula del Villar, que fue destruido durante el incendio de 1936. Entre las capillas más destacadas se encuentran la de Sant Josep Oriol, dedicada al santo que fue sacerdote en esta iglesia entre 1687 y 1702, y la capilla de la Inmaculada, que originalmente albergaba un retablo de San Miguel pintado por Jaume Huguet en el siglo XV. Otra capilla destacada es la de la Puríssima Sang, que conserva un retablo barroco del siglo XVII, reconstruido después de ser destruido en 1936. La basílica tiene una historia rica y compleja. Fue gravemente dañada por el terremoto de 1428, que derrumbó el rosetón y causó numerosas muertes. También fue bombardeada durante la Guerra de Sucesión Española en 1714. La iglesia fue parcialmente restaurada entre 1863 y 1884 y posteriormente entre 1915 y 1926, cuando fue elevada al rango de basílica menor por el papa Pío XI. Durante la Guerra Civil Española, la iglesia fue incendiada y sufrió graves daños, lo que llevó a la pérdida de muchas obras de arte y a la destrucción del rosetón. Las intervenciones de restauración en la década de 1950, lideradas por Josep Maria Jujol, devolvieron la basílica a su antiguo esplendor. En 1986 se instaló una silla rococó de 1771, originalmente diseñada por Josep Mas i Dordal. Una anécdota interesante sobre la basílica se refiere a su conexión con Santa Joaquina de Vedruna, fundadora del Instituto de las Hermanas Carmelitas de la Caridad. Bautizada en la iglesia el 16 de abril de 1783, Joaquina se casó aquí el 24 de marzo de 1799. Este detalle subraya la importancia de la basílica no solo como monumento arquitectónico, sino también como lugar de eventos religiosos y sociales significativos. El tesoro de la basílica, abierto al público desde 2011, contiene importantes ejemplos de orfebrería, como el Lignum Crucis de 1498 y un precioso cáliz con esmaltes conocido como el “Cáliz bueno”, donado a la basílica en 1431. El museo también exhibe pinturas de artistas como Juan Carreño de Miranda y Antonio Viladomat, además de una colección de escudos del siglo XIV.
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