Museo de los Frescos G.B. Cavalcaselle
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El Museo de los Frescos G.B. Cavalcaselle de Verona, ubicado en el complejo conventual de San Francesco al Corso, representa una de las colecciones artísticas más fascinantes de la ciudad. Inaugurado en 1973 y dedicado a Giovanni Battista Cavalcaselle, famoso historiador y crítico de arte del siglo XIX, el museo alberga una amplia colección de frescos desprendidos de edificios veroneses que van desde la Edad Media hasta el siglo XVI, salvados de los daños causados por la inundación del río Adige en 1882. El complejo de San Francesco al Corso, construido en el siglo XIII, era originalmente un convento franciscano. En 1935, Antonio Avena, entonces director de los Museos Cívicos, convirtió el sitio en una atracción turística abriendo al público la llamada “Tumba de Julieta”, que según la leyenda es el lugar de entierro de la famosa heroína shakespeariana. El museo alberga ciclos de frescos que originalmente decoraban palacios e iglesias de Verona. Entre las obras más destacadas se encuentran los fragmentos de la decoración de Altichiero en los palacios scaligeri y un ciclo de frescos de Jacopo Ligozzi y su padre Ermanno. Estos frescos ofrecen una fascinante visión de la historia y el arte veronés, contando historias de santos, episodios bíblicos y figuras mitológicas con una riqueza de detalles y colores. Un ejemplo notable es la Sala de las Musas, que reconstruye un ambiente de un palacio veronés del siglo XVI, con frescos de Paolo Farinati. Esta sala presenta figuras mitológicas como Mercurio, Venus, Diana y la alegoría de la Fama, creadas con una perspectiva ilusionista que recuerda a la Sala de las Perspectivas de Baldassarre Peruzzi en Roma. El hogar original ha sido reemplazado por un artefacto del siglo anterior, agregando más encanto histórico al entorno. El museo no se limita a los frescos. En los sótanos se encuentran ánforas de origen romano, que datan del siglo I d.C., y el claustro alberga materiales lapidarios medievales y modernos en espera de ser incluidos en un lapidario. Además, la cripta del convento contiene el sarcófago que la tradición identifica como la tumba de Julieta, una atracción que sigue atrayendo a numerosos visitantes.
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