Iglesia de Santa María en Pórtico en Campitelli

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Rione XI - Sant'Angelo
En el corazón del barrio de Sant’Angelo en Roma, la Iglesia de Santa María en el Pórtico en Campitelli se erige como una obra maestra barroca, testificando siglos de devoción y arte. Su historia se remonta a la época medieval, cuando fue mencionada por primera vez en el siglo XII en el “Liber Censuum”. Originalmente, la iglesia era de dimensiones más pequeñas y se encontraba en el lugar del actual Palazzo Gaetani Lovatelli. Sin embargo, fue en el siglo XVII cuando la iglesia adquirió el aspecto majestuoso que conocemos hoy, gracias a la intervención del Papa Alejandro VII y del arquitecto Carlo Rainaldi. En 1656, una devastadora peste golpeó a Roma y al Reino de Nápoles, diezmando a la población. Durante esta crisis, los romanos se reunieron en oración alrededor de una icono mariana considerada milagrosa, conservada en la pequeña iglesia de Santa María en el Pórtico. Para hacer frente al flujo de fieles y cumplir la promesa de construir una iglesia más grande en caso de cese de la peste, Alejandro VII encargó a Carlo Rainaldi diseñar una nueva iglesia. El resultado fue Santa María en el Pórtico en Campitelli, un edificio que unió los títulos de las dos iglesias anteriores: Santa María en Campitelli y Santa María en el Pórtico. La fachada de la iglesia, completada en 1667, es un ejemplo sublime de arquitectura barroca. Realizada en travertino, la fachada presenta un juego armonioso de volutas y columnas que enmarcan tres portales de entrada. En el centro, sobre el portal principal, destaca un grupo escultórico que representa a la Virgen con el Niño, una referencia iconográfica central para la iglesia. Las columnas monumentales y los frontones curvilíneos crean un efecto de movimiento ascendente, guiando la mirada hacia arriba y otorgando a la fachada una majestuosidad solemne. El interior de la iglesia, de planta longitudinal, está marcado por una serie de columnas inspiradas en la arquitectura de Andrea Palladio, una elección inusual para el Barroco romano. La nave central, amplia y luminosa, está flanqueada por capillas laterales ricamente decoradas. Entre ellas, destacan las obras de artistas como Luca Giordano, Sebastiano Conca y el Baciccio. Estas pinturas, ubicadas en los altares laterales, añaden un toque de refinada belleza al interior de la iglesia, invitando a los fieles y visitantes a una contemplación más profunda. Sin embargo, la verdadera obra maestra de la iglesia es el altar mayor, diseñado por el propio Rainaldi. El altar, una impresionante construcción barroca, enmarca la milagrosa imagen de la Virgen. Según la historiadora de arte Jennifer Montagu, el marco que contiene la imagen es una representación simbólica del pórtico de Octavia, de donde la iglesia toma su nombre. La forma del altar se deriva del baldaquino de San Pedro, rodeado por una gloria de ángeles, nubes y rayos dorados que hacen referencia a la Cátedra de San Pedro de Bernini. Melchiorre Cafà, el artista que realizó el modelo en cera, falleció poco antes de que la obra fuera completada, pero su estilo influyó significativamente en el resultado final.
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