Villa Gregoriana

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La Villa Gregoriana, ubicada en Tívoli, es un parque histórico y natural extraordinario, creado por voluntad del Papa Gregorio XVI en 1835. Su realización tuvo como objetivo proteger a Tívoli de las devastadoras inundaciones del río Aniene, que atraviesa el parque. Este ambicioso proyecto hidráulico no solo logró desviar el curso del río, sino que también transformó una zona anteriormente conocida como el “Valle del Infierno” en un hermoso jardín lleno de bellezas naturales y arqueológicas. El corazón de la Villa Gregoriana es sin duda la Gran Cascada, una espectacular caída de agua de 120 metros de altura, creada por la desviación del río Aniene a través de los llamados Túneles Gregorianos, dos galerías excavadas en la roca. Esta cascada, además de resolver el problema de las inundaciones, se convirtió rápidamente en una atracción turística e inspiró a poetas, artistas y visitantes ilustres del Gran Tour europeo. El parque es una fascinante mezcla de naturaleza salvaje y vestigios antiguos. Los senderos serpentean a través de una exuberante vegetación, llevando a los visitantes a descubrir las Cuevas de Neptuno y las Sirenas, cavidades naturales erosionadas por el río que ofrecen un espectáculo impresionante. Otro punto de gran interés es el Templo de Vesta, un pequeño templo romano que domina el valle desde lo alto de un saliente rocoso, símbolo de la antigua Tibur (la actual Tívoli). La Villa Gregoriana también está llena de testimonios arqueológicos. Entre ellos se encuentran los restos de la villa del cónsul romano Manlio Vopisco, mencionada en los versos de poetas como Horacio y Estacio. Estos restos, integrados en el paisaje del parque, ofrecen un vínculo directo con la historia romana y permiten imaginar la vida de los antiguos habitantes de Tívoli. El parque fue modelado según los gustos neoclásicos del siglo XIX, con avenidas arboladas, miradores y estructuras arquitectónicas que se fusionan armoniosamente con la naturaleza circundante. La realización de las obras de ingeniería hidráulica y de los senderos fue encomendada al arquitecto Clemente Folchi, quien trabajó bajo la supervisión de Monseñor Massimo y del cardenal Rivarola. Los trabajos culminaron el 7 de octubre de 1835, cuando el Papa Gregorio XVI presenció la primera caída de agua en la nueva cascada. A lo largo de los siglos, la Villa Gregoriana ha sido destino de numerosos viajeros e intelectuales. Su belleza pintoresca y la combinación de naturaleza y arte han inspirado muchas obras literarias y artísticas. Hoy en día, la villa está gestionada por el Fondo Ambiente Italiano (FAI), que se encarga de su conservación y puesta en valor, haciéndola accesible al público y organizando eventos culturales y visitas guiadas. La visita a la Villa Gregoriana es una experiencia inmersiva que ofrece la posibilidad de explorar una amplia área verde llena de vistas sugerentes y restos históricos. Los visitantes pueden pasear por los senderos, admirar las vistas panorámicas desde la cima de la cascada y descubrir las numerosas cuevas y restos arqueológicos dispersos por el parque. El Puente Gregoriano, también encargado por el Papa Gregorio XVI, conecta el parque con el centro histórico de Tívoli y ofrece una vista impresionante del valle del Aniene. Para disfrutar plenamente de la visita, se recomienda llevar zapatos cómodos, debido a la presencia de numerosos desniveles y escaleras. Desafortunadamente, el parque no es adecuado para personas con discapacidades motoras o problemas cardíacos debido al terreno accidentado. Sin embargo, hay fuentes de agua potable, baños y áreas equipadas para cambiar a los niños a lo largo del recorrido.
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