Basílica de San Babila
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La Basílica de San Babila, ubicada en el corazón de Milán, es uno de los lugares de culto más antiguos e importantes de la ciudad. Su historia se remonta al siglo V, cuando el arzobispo Marolo trajo las reliquias de San Babila desde Antioquía. En el sitio de un antiguo templo romano dedicado al Sol, se construyó la iglesia original, conocida como Basílica Concilia Sanctorum.
En 1095, se construyó la iglesia actual manteniendo el estilo románico. Durante el siglo XVI, la basílica fue ampliada con la adición de una nueva fachada barroca, conservando elementos medievales originales. El complejo ha sido objeto de numerosas restauraciones, especialmente en el siglo XIX, con el objetivo de restaurar su aspecto medieval. En 1906, el arquitecto Paolo Cesa Bianchi diseñó la actual fachada neorrománica, una obra que sigue fascinando por su imponencia y refinamiento.
El interior de la basílica, que cuenta con una nave central y dos naves laterales, alberga varias capillas de notable interés artístico. La capilla lateral derecha, construida en el siglo XVI, alberga un altar con la imagen de San Francisco de Asís, obra de Giuseppe Bertini. La capilla lateral izquierda, de principios del siglo XVII, contiene un altar con la imagen de San José, creada por Ludovico Pogliaghi, también conocido por realizar la puerta principal del Duomo de Milán.
La basílica también es famosa por su órgano de tubos, construido por Zanin en 2008, inspirado en los órganos barrocos alemanes, y utilizado tanto para liturgias como para conciertos. Este instrumento representa un elemento significativo no solo desde el punto de vista musical, sino también por la atmósfera espiritual que contribuye a crear durante las celebraciones.
Entre las decoraciones interiores, destaca la capilla de la Dolorosa, reconstruida en 1951 y adornada con una obra de Augusto Colombo. Otra obra de gran valor es el baptisterio, realizado en 1937 según el diseño del arquitecto Alfonso Orombelli, caracterizado por un altar de bronce que representa el bautismo de Jesucristo, obra del escultor Fausto Melotti.
La basílica ha sido escenario de importantes eventos históricos. Por ejemplo, el famoso escritor italiano Alessandro Manzoni fue bautizado aquí en marzo de 1785, un hecho que añade prestigio a este lugar de culto.
La ubicación de la Basílica de San Babila, en la plaza homónima, siempre ha desempeñado un papel central en la vida urbana de Milán. La plaza misma, que ha sufrido numerosas transformaciones a lo largo de los siglos, se convirtió en un importante cruce de caminos desde la época romana, y sigue siendo un punto de referencia crucial en el tejido urbano de la ciudad.
La fachada de la basílica, con sus tres puertas coronadas por lunetas con mosaicos, incluido el mosaico central que representa a “Cristo bendiciendo con el libro de los Evangelios” sobre fondo dorado, es un magnífico ejemplo de arquitectura neorrománica que atrae a visitantes de todo el mundo. El exterior, con su león en la cima de una columna del siglo XIX, símbolo del barrio, añade un elemento adicional de interés y significado histórico.
En el contexto artístico, la Basílica de San Babila representa un cruce de estilos y épocas diferentes, desde el románico hasta el barroco, pasando por las renovaciones modernas. Esta mezcla de elementos históricos y artísticos hace que la visita a la basílica sea una experiencia rica y variada, capaz de ofrecer ideas de reflexión no solo para los amantes del arte y la historia, sino también para los curiosos y los fieles que encuentran en este lugar un punto de referencia espiritual.
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