Basílica de San Clemente de Letrán

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Rione I - Monti
La Basílica de San Clemente en Letrán es una de las iglesias más fascinantes y históricamente estratificadas de Roma. Situada a pocos pasos del Coliseo, esta basílica ofrece un viaje a través de la historia de la ciudad, desde los orígenes romanos hasta la época medieval, y hasta nuestros días. Su estructura está compuesta por tres niveles distintos, cada uno representando una época diferente de la historia de Roma. El nivel más bajo data del siglo I d.C. y alberga los restos de una domus romana, una típica residencia aristocrática de la época. Esta residencia fue posteriormente convertida en un mitreo, un templo dedicado al dios Mitra, cuyo culto era particularmente popular entre los soldados romanos. El mitreo, bien conservado, incluye un altar y representaciones que muestran escenas mitológicas relacionadas con el dios. Encima del mitreo se encuentra la basílica paleocristiana del siglo IV, construida después del Edicto de Milán del 313 d.C., que garantizó la libertad de culto a los cristianos. Esta iglesia fue ampliada y decorada a lo largo de los siglos, y sus paredes todavía están adornadas con frescos extraordinarios. Entre ellos, destacan los encargados por la pareja de benefactores Beno de Rapiza y Maria Macellaria en el siglo XI, que representan escenas de la vida de San Clemente y otros santos. Un fresco particularmente famoso representa la leyenda de Sisinnio, un episodio que contiene una de las primeras evidencias escritas del italiano vulgar. En el siglo XII, debido al deterioro de la estructura subyacente, se construyó una nueva basílica sobre la antigua. Este edificio, que sigue siendo la iglesia superior de San Clemente, fue completado durante el pontificado del Papa Pasquale II. La basílica medieval conserva un magnífico suelo cosmatesco y un coro de mármol con elementos decorativos que datan de la basílica inferior. El elemento más impresionante de la basílica superior es el mosaico del ábside, fechado en los años 1130, que representa el Triunfo de la Cruz. Este mosaico combina temas cristianos con motivos decorativos de inspiración clásica, como las hojas de acanto y los querubines. La basílica sufrió más modificaciones en el siglo XVIII, cuando el Papa Clemente XI ordenó una restauración completa. Durante este período se añadieron el techo de casetones y las decoraciones de estuco que todavía enriquecen el interior de la iglesia. En la capilla de San Domenico y en la capilla de San Cirilo y Metodio, que contiene las reliquias de San Cirilo, se encuentran más ejemplos de arte sacro del período barroco.
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