Basílica de San Nazaro en Brolo

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San Nazaro in Brolo, también conocida como Basílica de los Apóstoles, es una de las iglesias más antiguas de Milán, con una historia que se entrelaza profundamente con los acontecimientos religiosos, políticos y artísticos de la ciudad. Su fundación se remonta al siglo IV, cuando San Ambrosio, obispo de Milán, decidió construir una iglesia dedicada a los Apóstoles en una posición estratégica a lo largo de la Via Porticata, la antigua carretera romana que conectaba Milán con Roma. Este gesto reflejaba la intención de San Ambrosio de consolidar el cristianismo en la ciudad, creando un vínculo directo con los Apóstoles y, por lo tanto, con las raíces más profundas de la fe cristiana. La estructura original de la basílica, dedicada a los doce Apóstoles, fue enriquecida a lo largo de los siglos con numerosas intervenciones arquitectónicas y decorativas. Uno de los aspectos más fascinantes de San Nazaro in Brolo es la Capilla Trivulzio, añadida en el siglo XVI según el diseño de Bramantino. Esta capilla, encargada por Gian Giacomo Trivulzio, líder militar y político milanés, es un ejemplo extraordinario de arquitectura renacentista. Bramantino, con su maestría, creó un espacio donde la arquitectura, la pintura y la escultura se fusionan armoniosamente, convirtiendo la capilla en una de las joyas ocultas de Milán. Un dato interesante es la presencia de las reliquias de San Nazaro, trasladadas aquí por San Ambrosio mismo. Según la tradición, durante la construcción de la basílica, se descubrieron las reliquias de San Nazaro, un mártir cristiano. Estas reliquias fueron colocadas en una cripta especialmente construida debajo del altar mayor, convirtiéndose en un importante lugar de peregrinación. La devoción hacia San Nazaro era tal que la iglesia fue renombrada en su honor, y aún hoy las reliquias se conservan en la basílica, recordando a los visitantes la profunda espiritualidad del lugar. A lo largo de la Edad Media, la basílica sufrió varios daños debido a las guerras y las incursiones bárbaras. Sin embargo, cada vez fue reconstruida y ampliada, demostrando su continua importancia para la comunidad milanesa. Durante el período románico, la iglesia fue dotada de un campanario y nuevas decoraciones, convirtiéndola en uno de los edificios más representativos de esa época en Milán. La basílica de San Nazaro in Brolo también tiene una importante conexión con la historia política de Milán. Fue aquí donde, en 1158, el Barbarroja convocó la Dieta de Roncaglia, una asamblea que buscaba restablecer la autoridad imperial sobre las ciudades italianas. Este evento marcó un momento crucial en la lucha entre el Sacro Imperio Romano y los municipios italianos, y la basílica de San Nazaro in Brolo se convirtió en el símbolo de esta tensión política. Otro elemento de gran interés es el portal de la basílica, que data del siglo XV, un magnífico ejemplo de escultura gótica. Sus decoraciones intrincadas y los detalles esculpidos cuentan historias de santos y mártires, ofreciendo una visión de la devoción y el arte de esa época. Al entrar en la basílica, uno es recibido por una nave central amplia y luminosa, con frescos y pinturas que adornan las paredes, realizados por artistas de gran talento que han contribuido a hacer de San Nazaro in Brolo un verdadero museo de arte sacro.
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