Basílica de San Petronio

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La Basílica de San Petronio en Bolonia es un monumento imponente y cargado de historia, una obra maestra incompleta de la arquitectura gótica italiana. Su construcción comenzó en 1390, en un contexto político donde la burguesía mercantil y artesanal boloñesa buscaba afirmar su autonomía frente a las presiones de las principales familias nobles. El proyecto inicial fue encargado al arquitecto Antonio di Vincenzo, quien imaginó una estructura grandiosa que debía superar en tamaño a las principales catedrales italianas. A pesar del ambicioso proyecto, que preveía una basílica de 183 metros de largo con un transepto de 137 metros de ancho, los trabajos avanzaron lentamente y fueron a menudo interrumpidos por vicisitudes políticas y financieras. La iglesia, que hoy tiene 132 metros de largo y 60 metros de ancho, sigue siendo una de las basílicas más grandes del mundo construidas en ladrillo. La fachada de la Basílica de San Petronio es un ejemplo significativo de las dificultades encontradas en la finalización de la obra. Solo la parte inferior está revestida de mármol, mientras que la parte superior permanece en ladrillo crudo. El portal principal, la Puerta Magna, está decorado con relieves de Jacopo della Quercia que representan episodios del Antiguo y Nuevo Testamento, además de escenas de la vida de San Petronio. En el interior, la basílica se caracteriza por una nave central alta y espaciosa, flanqueada por dos naves laterales. Las bóvedas góticas, sostenidas por poderosas columnas, crean una atmósfera de grandiosidad y solemnidad. Entre las obras de arte más importantes se encuentran el altar de la Virgen en el trono de Lorenzo Costa y el fresco del Juicio Final de Giovanni da Modena, que incluye una controvertida representación de Mahoma en el infierno. Una de las curiosidades más fascinantes de la Basílica de San Petronio es el reloj de sol, diseñado por Giovanni Domenico Cassini en 1655. Con sus 66,8 metros, es el más largo del mundo y permite determinar con extrema precisión el mediodía solar y otras mediciones astronómicas. La historia de la basílica también está ligada a importantes eventos históricos. En 1530, Carlos V fue coronado emperador del Sacro Imperio Romano por el Papa Clemente VII precisamente en San Petronio, un evento que subraya la importancia política y simbólica de este edificio religioso. La basílica nunca se completó según los planes originales debido a un decreto del Papa Pío IV en 1562, que ordenó la construcción del Archiginnasio, bloqueando de hecho la realización del transepto izquierdo. La Basílica de San Petronio es también un símbolo de la lucha entre el poder cívico y el eclesiástico. Financiada principalmente por impuestos impuestos por el gobierno de la ciudad y no por la Iglesia, su construcción representa un ejemplo de autonomía cívica y orgullo local. Sin embargo, las continuas interferencias del poder papal limitaron su expansión e influenciaron su historia.
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