Catedral de Matera
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La Catedral de Matera, dedicada a Santa María de la Bruna y San Eustaquio, se alza majestuosamente sobre la Civita, el punto más alto de la ciudad, dominando los famosos Sassi. Construida entre 1230 y 1270, la catedral es un perfecto ejemplo del estilo románico de Apulia, caracterizado por líneas sobrias y elegantes que contrastan con la opulencia barroca de los interiores. La construcción de la catedral fue encargada por Andrea, obispo de Acerenza, con el apoyo de las nobles familias locales, para crear un lugar de culto que dominara el centro histórico de Matera y fuera visible desde cada rincón de la ciudad y el campo circundante.
El exterior de la catedral es conocido por su rosetón de dieciséis rayos, símbolo de la rueda de la fortuna, y por el campanario de 52 metros de altura que se eleva a la izquierda de la fachada principal. En la fachada principal, sobre el portal principal, se encuentra la imagen de la Virgen de la Bruna, patrona de Matera, celebrada cada año el 2 de julio con una espectacular procesión y fuegos artificiales. En la fachada sur se encuentra la Puerta de Abraham y el emblema del rey Fernando I de Aragón, en testimonio de la importancia histórica de la ciudad en el siglo XV.
El interior de la catedral, renovado varias veces, es un triunfo de estucos, pinturas, esculturas y marcos dorados de los siglos XVII y XVIII. La planta de cruz latina con tres naves está dominada por la nave central, más alta que las laterales, separadas por columnas con capiteles de piedra que forman arcos de medio punto. Entre los tesoros artísticos conservados en el interior, destacan el coro de madera tallada con sesenta sitiales, realizado por Giovanni Tantino en 1453, y un grupo escultórico del Belén en piedra pintada de 1534, obra de Altobello Persio.
Una de las atracciones principales es la Capilla de la Anunciación, con las esculturas del siglo XVI de la Anunciación y la Piedad, y la misteriosa Capilla del Belén, donde durante los trabajos de restauración se descubrieron dos capillas con frescos medievales. Otro elemento de gran interés es el magnífico techo dorado y, cerca de la entrada, el fragmento de un fresco medieval que representa el Juicio Final, redescubierto durante las recientes restauraciones.
La historia de la catedral está íntimamente ligada a la de Matera, una ciudad que ha sido testigo de diversas civilizaciones y profundos cambios sociales y culturales. Su construcción marcó un período de prosperidad y desarrollo para la ciudad, que se convirtió en un importante centro religioso y político. A lo largo de los siglos, la catedral ha sido objeto de numerosas intervenciones de restauración y consolidación, la última de las cuales requirió trece años de trabajos, concluidos en 2016, que devolvieron a la catedral su antiguo esplendor.
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