circo de nerón

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Rione XIV - Borgo
El Circo de Nerón, también conocido como Circo Vaticano, es una de las estructuras antiguas más fascinantes y cargadas de historia de Roma, a pesar de que hoy en día solo quedan algunos restos visibles. Ubicado en la zona donde ahora se encuentra la Basílica de San Pedro en el Vaticano, el circo fue construido por el emperador Calígula alrededor del año 40 d.C. y posteriormente ampliado por Nerón. Este circo, aunque menos famoso que el Circo Máximo, tiene una importancia histórica y simbólica única, relacionada tanto con las carreras de carros como con eventos trágicos y dramáticos de la historia cristiana. El circo estaba originalmente destinado a carreras de carros y otros espectáculos públicos, una pasión común entre los romanos. La estructura era típica de los circos romanos, con una larga arena central y una “espina” decorada con obeliscos y estatuas. Uno de los obeliscos, que hoy se encuentra en el centro de la Plaza de San Pedro, fue traído a Roma por Calígula desde Egipto y inicialmente erigido en la “espina” del circo. Este obelisco es uno de los pocos elementos originales que aún podemos admirar hoy, un testigo silencioso de épocas pasadas. El Circo de Nerón también es tristemente conocido por ser el lugar de las persecuciones de los cristianos durante el reinado de Nerón, después del gran incendio de Roma en el año 64 d.C. Según fuentes históricas, Nerón culpó a los cristianos del desastre y muchos fueron martirizados en el circo. La tradición cristiana sostiene que entre estos mártires también se encontraba San Pedro, uno de los apóstoles de Jesús y considerado el primer Papa. Se cree que San Pedro fue crucificado boca abajo en este lugar, un evento que otorga al circo una importancia sagrada para la Iglesia católica. Arquitectónicamente, el circo era imponente. Sus dimensiones eran considerables, con una arena de aproximadamente 600 metros de largo y 80 metros de ancho. Las gradas podían albergar a miles de espectadores, que presenciaban las carreras de carros y otros eventos con gran entusiasmo. La “espina” central estaba adornada no solo con el obelisco, sino también con estatuas y fuentes, creando un espectáculo visual impresionante. A lo largo de los siglos, el circo cayó en desuso y sus estructuras fueron progresivamente desmanteladas o incorporadas en nuevas construcciones. Durante la Edad Media, el área se utilizó para fines agrícolas y posteriormente para edificaciones religiosas. Fue solo en el Renacimiento, con la construcción de la Basílica de San Pedro, que la importancia histórica y simbólica del lugar fue redescubierta y valorada. Las excavaciones arqueológicas realizadas en los siglos XIX y XX han sacado a la luz restos significativos del circo, incluidos fragmentos de las gradas y la “espina”. Estas excavaciones han permitido comprender mejor la estructura y función del circo, proporcionando valiosa información sobre la vida y costumbres de los romanos. Hoy en día, los restos del circo son parcialmente visibles en los sótanos de la Basílica de San Pedro, donde se pueden ver algunas de las antiguas estructuras e imaginar la grandeza del complejo original. Una anécdota interesante concierne al destino del obelisco del circo. Cuando se decidió erigir la nueva Basílica de San Pedro, el obelisco fue trasladado al centro de la plaza delante. La operación, impulsada por el Papa Sixto V y realizada por el arquitecto Domenico Fontana en 1586, fue un logro ingenieril extraordinario para la época. El obelisco, de aproximadamente 25 metros de altura y más de 300 toneladas de peso, fue levantado y transportado con el uso de máquinas e ingenio, un evento que atrajo la atención de toda Roma.
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