Estatua de Madame Lucrecia
Europa,
Italia,
citta, Roma,
Rione IX - Pigna
Madama Lucrezia es una de las seis célebres “estatuas parlantes” de Roma, un grupo de esculturas que en siglos pasados eran utilizadas por los romanos para expresar opiniones, críticas y sátiras políticas de forma anónima. Situada en la Plaza San Marco, junto a la Basílica de San Marco y no lejos de la Plaza Venecia, Madama Lucrezia es una figura enigmática que ha fascinado a ciudadanos, historiadores y turistas durante siglos. Su historia, las leyendas que la rodean y su significado cultural la convierten en un punto de interés único en el panorama artístico y social de la ciudad eterna.
Madama Lucrezia es una estatua colosal en mármol, de aproximadamente 3 metros de altura, que representa a una mujer sentada con el brazo derecho roto y el rostro dañado, características que le confieren un aire de misterio y antigüedad. La estatua data de la época romana y se cree que puede representar a la diosa Isis, dado el culto a esta divinidad que estaba extendido en la antigua Roma. Sin embargo, la identificación exacta de la figura sigue siendo incierta, y este halo de misterio ha contribuido a alimentar las historias y leyendas en torno a la estatua.
El nombre “Madama Lucrezia” probablemente deriva de Lucrezia d’Alagno, una noble napolitana del siglo XV, amante del rey Alfonso V de Aragón, que se trasladó a Roma después de la muerte del soberano. Según una de las leyendas, Lucrezia d’Alagno vivía cerca de la estatua, y los romanos comenzaron a llamar a la escultura con su nombre, creando así un vínculo entre la mujer histórica y la figura de mármol.
Desde un punto de vista histórico, la estatua de Madama Lucrezia ha desempeñado un papel significativo en el contexto de las “estatuas parlantes” de Roma. Durante el Renacimiento y el Barroco, estas estatuas eran utilizadas por los ciudadanos para colocar mensajes satíricos y críticos, conocidos como “pasquines”. Estos mensajes anónimos estaban dirigidos a las autoridades, políticos y al clero, y representaban una forma de expresión popular y de protesta en una época en la que la libertad de expresión estaba fuertemente limitada. Madama Lucrezia, junto a Pasquino, Marforio, Abate Luigi, el Facchino y el Babuino, se convirtió en un símbolo de esta tradición de crítica social y política.
El arte y la arquitectura de Madama Lucrezia son representativos de la época romana, con detalles que testimonian la maestría de los escultores de la antigüedad. A pesar de los daños sufridos a lo largo de los siglos, la estatua conserva un encanto especial, acentuado por sus imperfecciones. El rostro, aunque parcialmente dañado, muestra rasgos que sugieren nobleza y dignidad, mientras que el cuerpo, en sus proporciones y en la postura sentada, refleja la habilidad técnica de sus creadores.
Una de las historias más fascinantes relacionadas con Madama Lucrezia se refiere a un famoso pasquín que apareció en 1799, durante la ocupación francesa de Roma. Un mensaje anónimo que apareció en la estatua decía: “Y como ya no somos nosotros los señores, ¡los señores seremos nosotros, viva la libertad!”. Este tipo de sátira ejemplifica cómo las estatuas parlantes servían como válvulas de escape para la insatisfacción popular, permitiendo a los ciudadanos expresar sus sentimientos de forma creativa y simbólica.
A lo largo de los siglos, Madama Lucrezia ha sufrido varios traslados y restauraciones. Su ubicación actual en la Plaza San Marco es un punto de referencia para aquellos que desean descubrir una parte menos conocida pero fascinante de la historia romana. La estatua está rodeada de otras estructuras históricas y ofrece a los visitantes la oportunidad de reflexionar sobre la continuidad y transformación de la ciudad a lo largo de los milenios.
Leer más