Fuerte de San Giovanni
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Vieux-Port
El Fort Saint-Jean de Marsella es una de las fortificaciones más emblemáticas y sugestivas de la ciudad, situada estratégicamente en la entrada del Vieux-Port. Su historia se remonta a la Edad Media y atraviesa siglos de eventos tumultuosos, reflejando las complejas dinámicas políticas y militares de la región.
La construcción del fuerte comenzó en 1660 por orden del rey Luis XIV, como parte de una serie de fortificaciones destinadas a proteger las costas francesas de las incursiones marítimas. El proyecto fue encargado a Louis Nicolas de Clerville, un ingeniero militar conocido por sus habilidades en arquitectura defensiva. El fuerte fue erigido en un sitio ya histórico, donde se encontraba un castillo medieval anterior, el Castrum Sancti Johannis, que había cumplido funciones defensivas desde el siglo XII.
El Fort Saint-Jean fue construido con materiales robustos y según las técnicas avanzadas de la época, con muros gruesos y una configuración diseñada para resistir los asaltos por mar y por tierra. Su posición elevada y la vista panorámica del puerto y del Mediterráneo lo convirtieron en un lugar ideal para el control y la defensa marítima. Sin embargo, el fuerte no era solo una estructura militar; dentro de sus muros también se construyeron edificios para albergar tropas y para realizar funciones administrativas y logísticas.
Durante la Revolución Francesa, el Fort Saint-Jean se convirtió en escenario de importantes eventos históricos. En 1790, durante los primeros años tumultuosos de la Revolución, el fuerte fue ocupado por los revolucionarios y utilizado como prisión para aristócratas y contrarrevolucionarios. Este período marcó un momento crítico en la historia del fuerte, que pasó de ser un símbolo del poder real a convertirse en una herramienta de la nueva República.
En el siglo XIX, el Fort Saint-Jean sufrió varias transformaciones. Su función militar fue reducida progresivamente y el fuerte se utilizó para fines civiles, incluida la formación de jóvenes soldados y marineros. En el siglo XX, el fuerte volvió a ser relevante durante la Segunda Guerra Mundial, cuando fue ocupado por las tropas alemanas. Sufrió graves daños durante los bombardeos aliados en 1944, pero fue posteriormente restaurado y preservado como patrimonio histórico.
La importancia del Fort Saint-Jean no es solo histórica, sino también cultural y social. En las últimas décadas, el fuerte se ha integrado en el tejido urbano de Marsella de una manera que resalta su belleza y valor histórico. En 2013, con la inauguración del MuCEM (Museo de las Civilizaciones de Europa y del Mediterráneo), el Fort Saint-Jean se conectó al nuevo museo a través de un puente peatonal que cruza el puerto, creando un recorrido cultural único que une historia y modernidad.
Desde el punto de vista arquitectónico, el Fort Saint-Jean representa un notable ejemplo de arquitectura militar del siglo XVII. Sus gruesos muros y estructuras defensivas reflejan las avanzadas técnicas de ingeniería de la época, mientras que los edificios interiores ofrecen una visión de la vida militar y cotidiana en siglos pasados. La presencia de elementos decorativos, como los portales de piedra y las troneras para cañones, añade un toque de elegancia a una estructura por lo demás austera y funcional.
Un dato interesante sobre el uso del fuerte durante la Revolución Francesa es que entre los prisioneros ilustres que estuvieron encarcelados allí se encontraba el Marqués de Sade, conocido escritor y libertino, que pasó algunos meses en las celdas del Fort Saint-Jean. Este episodio añade un toque de encanto y misterio a la ya rica historia del fuerte.
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