Iglesia de San Antonio de los Alemanes
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La Iglesia de San Antonio de los Alemanes, ubicada en el corazón de Madrid, es una joya escondida del barroco español, que encierra una historia rica en eventos y transformaciones. Originalmente conocida como Hospital de los Portugueses, fue construida por orden de Felipe III entre 1624 y 1633 para servir a los peregrinos y enfermos portugueses. Con la independencia de Portugal en 1640, el rey Felipe IV y su esposa, Mariana de Austria, dedicaron el complejo a los alemanes residentes en Madrid, cambiando su nombre a San Antonio de los Alemanes.
La iglesia se distingue por su planta elíptica, una característica rara que contribuye a su singularidad arquitectónica. Fue diseñada por el arquitecto Pedro Sánchez y decorada por algunos de los artistas más célebres de la época. Los frescos que adornan el interior son obra de Francisco Rizi, Juan Carreño de Miranda y Luca Giordano, y representan escenas de la vida de San Antonio de Padua, el santo al que está dedicada la iglesia. La cúpula es particularmente notable, con sus representaciones de ángeles y santos que parecen flotar sobre los fieles.
La historia de la iglesia está estrechamente ligada a la Real Hermandad del Refugio, una cofradía fundada en 1615 que todavía administra la iglesia y se dedica a actividades benéficas, como la distribución de alimentos y la asistencia a las personas sin hogar. La Hermandad del Refugio ha desempeñado un papel crucial en la conservación del complejo, especialmente durante períodos de crisis, como la Guerra Civil Española, cuando muchas obras de arte fueron escondidas para protegerlas de la destrucción.
Un dato interesante es la leyenda del milagro de San Antonio, quien supuestamente salvó a un niño que se estaba ahogando en el río Tajo. Este milagro está representado en uno de los frescos dentro de la iglesia y atrae a numerosos visitantes devotos cada año. Además, la iglesia también alberga reliquias de San Antonio, convirtiéndola en un importante lugar de peregrinación.
En el siglo XIX, la fachada de la iglesia fue renovada para armonizarla con el edificio adyacente de la Hermandad del Refugio. Esta intervención, finalizada en 1880, le dio a la iglesia el aspecto exterior que vemos hoy, con elementos decorativos que se fusionan elegantemente con el estilo barroco interior.
El interior de la iglesia es un verdadero espectáculo para los ojos. Cada centímetro de las paredes está cubierto con frescos vibrantes que narran historias bíblicas y escenas de la vida del santo. Las tres capillas laterales, añadidas en el siglo XVIII, albergan altares decorados con esculturas y pinturas de gran valor artístico, encargadas por los últimos reyes de la dinastía de los Habsburgo de España.
La iglesia fue declarada Bien de Interés Cultural en 1973, un reconocimiento de su valor histórico y artístico. Las numerosas restauraciones que ha sufrido a lo largo de los siglos han permitido mantener intacta su belleza original, preservando al mismo tiempo su función como lugar de culto y caridad.
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