Iglesia de San Francisco de la Viña
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La Iglesia de San Francisco de la Viña, ubicada en el distrito de Castello en Venecia, es un magnífico ejemplo de arquitectura renacentista y riqueza artística, con una historia que se entrelaza profundamente con la de la ciudad. Construida en un terreno originalmente donado a los frailes franciscanos en 1253 por Marco Ziani, un noble veneciano, la iglesia toma su nombre del viñedo que rodeaba la propiedad, de donde proviene el nombre “de la Viña”.
El actual edificio de la iglesia fue diseñado por Jacopo Sansovino y su construcción comenzó en 1534, con la consagración ocurrida en 1582. La fachada, completada posteriormente en 1562 según el diseño de Andrea Palladio, es considerada una de las obras maestras del clasicismo renacentista. Palladio, inspirándose en los antiguos templos romanos, creó una fachada monumental en mármol blanco, caracterizada por un frontón triangular sostenido por columnas corintias, otorgando al edificio una majestuosidad y una pureza formal que contrastan con el alto campanario de ladrillos rojos que se eleva al lado.
En el interior, la iglesia presenta una planta de cruz latina, con una nave central amplia y luminosa flanqueada por seis capillas a cada lado. La arquitectura interior refleja el equilibrio y la simplicidad típicos del Renacimiento, con una elegancia sobria que realza las numerosas obras de arte que adornan los altares y capillas. Entre ellas, destacan los frescos de Giovanni Battista Tiepolo en los pechinas sobre los arcos, representando escenas de la vida de San Francisco, y la cúpula frescada por Girolamo Pellegrini. El altar mayor, con su retablo incrustado, es otro elemento de gran valor artístico, enriquecido con esculturas y decoraciones en mármol.
Mención especial merece la Capilla Santa, donde se encuentra la “Virgen con el Niño y Santos” de Giovanni Bellini, una de las obras maestras del maestro veneciano. Este retablo, con su delicada representación de la Virgen, es un ejemplo perfecto de la capacidad de Bellini para combinar realismo y espiritualidad.
El complejo monástico adyacente a la iglesia fue ampliado en el siglo XV, convirtiéndose en uno de los centros más importantes de actividad religiosa y cultural de Venecia. El convento, con sus tres claustros, era un lugar de estudio y oración para los frailes franciscanos. Durante la supresión napoleónica de las órdenes religiosas, el convento fue transformado en una caserna militar, sufriendo daños y demoliciones significativos. Solo en 1881, después de la Unificación de Italia, el complejo fue recuperado y restaurado, volviendo a su función religiosa y cultural.
En 1989, el convento se convirtió en sede del Instituto de Estudios Ecuménicos San Bernardino, un centro que promueve el diálogo interreligioso y la investigación teológica, acogiendo a estudiantes e investigadores de todo el mundo. La biblioteca del convento, una de las más antiguas de Venecia, conserva alrededor de 80.000 libros, incluyendo 13.000 textos antiguos de gran valor histórico y cultural. Esta colección representa un recurso inestimable para la investigación y el estudio.
Un aspecto fascinante de la Iglesia de San Francisco de la Viña es su vínculo con la cábala. Se cuenta que Fra’ Francesco Zorzi, encargado de algunos trabajos de restauración en el siglo XVI, siguió principios cabalísticos en el diseño de los espacios, utilizando símbolos y medidas que reflejan la Trinidad y otros conceptos esotéricos. Esto ha añadido un aura de encanto y misterio a la iglesia, convirtiéndola en un lugar de gran interés no solo para los creyentes, sino también para estudiosos y curiosos.
Además de su importancia religiosa y cultural, San Francisco de la Viña también es conocida por su producción vinícola. Aunque los viñedos originales se han reducido, algunas variedades antiguas, como el Teroldego del Trentino y el Refosco del Friuli, todavía se cultivan. El vino producido, etiquetado como “Harmonia Mundi”, es un homenaje a la tradición vinícola del lugar y a su historia secular.
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