Iglesia de San Lorenzo
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La Iglesia de San Lorenzo de Turín, también conocida como Real Iglesia de San Lorenzo, es una de las obras maestras del barroco italiano y un ejemplo extraordinario de la habilidad arquitectónica de Guarino Guarini. Situada en la Plaza Castello, la iglesia fue construida entre 1668 y 1687, por iniciativa de Emanuele Filiberto di Savoia, como agradecimiento por la victoria en la batalla de San Quintín en 1557. Sin embargo, los trabajos comenzaron más de un siglo después debido a limitaciones financieras y al tumulto político de la época.
Guarini, arquitecto y sacerdote teatino, diseñó la iglesia con una planta central octogonal, innovadora para su tiempo, que rompía con la tradicional planta en cruz de las iglesias barrocas. La estructura interna se caracteriza por una compleja red de arcos entrelazados que sostienen la cúpula, creando un efecto visual sorprendente que recuerda a una estrella de ocho puntas. Este diseño no solo demuestra la maestría técnica de Guarini, sino que también expresa un significado simbólico profundo, con el número ocho representando lo infinito y el regreso de Cristo.
Uno de los aspectos más fascinantes de la iglesia es el uso innovador de la luz. Guarini diseñó la cúpula con ocho grandes ventanas elípticas que iluminan el interior con una luz que parece bailar sobre las superficies curvas, enfatizando el sentido de movimiento y espiritualidad del ambiente. La disposición de las ventanas y arcos crea un juego de sombras que, visto desde abajo, forma una figura conocida como la “cara del diablo”, una ilusión óptica que ha alimentado muchas leyendas locales.
La iglesia también es famosa por la falta de una fachada exterior decorativa, una elección inusual para el barroco, que Guarini adoptó para mantener la armonía visual con las estructuras circundantes de la Plaza Castello. La entrada principal es sobria y discreta, pero una vez dentro, los visitantes son recibidos por una sinfonía de curvas y decoraciones que los envuelven por completo.
En el interior, la iglesia alberga numerosas obras de arte de gran valor. El altar mayor, realizado por el propio Guarini, está adornado con esculturas y pinturas que celebran a los santos titulares. Es especialmente notable el retablo pintado por Andrea Pozzo, que representa a San Lorenzo y su parrilla, símbolo de su martirio. Las capillas laterales también están llenas de detalles artísticos, con frescos y estucos de varios artistas de la época.
Otro elemento destacado es la Capilla del Santo Sudario, que alberga una réplica del Santo Sudario. La iglesia de San Lorenzo tiene una estrecha conexión con el Sudario de Turín: fue aquí donde el lienzo sagrado fue custodiado temporalmente antes de ser trasladado a la Capilla del Santo Sudario en la Catedral de Turín. Esta capilla es un lugar de gran devoción y atrae cada año a numerosos peregrinos y visitantes.
Durante el período de los equinoccios, se produce un fenómeno luminoso extraordinario en el interior de la iglesia. La luz del sol penetra a través de un agujero situado sobre una de las capillas laterales, iluminando un fresco oculto que representa a Dios Padre bendiciendo. Este espectáculo de luz natural, además de ser de gran belleza, simboliza la iluminación divina y el vínculo entre el cielo y la tierra.
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