Iglesia de San Severo en Pendino

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La Iglesia de San Severo al Pendino, ubicada en la calle Duomo en el centro histórico de Nápoles, es un edificio de gran relevancia histórica y artística que testimonia las complejas vicisitudes de la ciudad a lo largo de los siglos. Fundada en 1448 por encargo del abad Pietro Caracciolo, la iglesia es un ejemplo significativo de la arquitectura renacentista napolitana, luego transformada y remodelada en estilo tardomanierista por Giovan Giacomo Di Conforto entre 1599 y 1620. Posteriores intervenciones barrocas en el siglo XVII han modificado aún más su aspecto, integrando decoraciones y estucos típicos de la época. En el exterior, San Severo al Pendino presenta una sobria fachada neorrenacentista, fruto de los trabajos de restauración del siglo XIX que siguieron a la destrucción de la fachada barroca durante la ampliación de la calle Duomo. La fachada actual, simple y austera, está caracterizada por un portal central flanqueado por dos nichos y sobresalido por un rosetón. En el interior, la iglesia tiene planta de cruz griega, un rasgo distintivo que maximiza el espacio disponible, creando un ambiente armonioso y equilibrado. Las naves laterales están divididas por columnas corintias que le confieren un sentido de grandiosidad y movimiento. El techo, una vez ricamente decorado, ahora revela la estructura de vigas de madera recuperada durante las restauraciones del siglo XIX. El resultado es una fascinante mezcla de elementos renacentistas y barrocos que se fusionan en una armonía única. Una de las obras de arte más relevantes conservadas en la iglesia es el monumento sepulcral de Giovanni Alfonso Bisvallo, esculpido por Girolamo D’Auria en 1617. Este monumento, originalmente concebido para albergar un lienzo de Luca Giordano, es un ejemplo admirable de escultura funeraria barroca, con detalles elaborados y una composición majestuosa. San Severo al Pendino ha tenido una historia tumultuosa, sufriendo numerosos daños a lo largo de los siglos, especialmente durante la Segunda Guerra Mundial y el terremoto de 1980. Después de décadas de abandono, la iglesia fue objeto de una importante restauración a cargo de la Superintendencia de Bienes Ambientales y Arquitectónicos, que la devolvió a su antiguo esplendor. Sin embargo, la iglesia ha perdido su función como lugar de culto y hoy se utiliza para exposiciones y eventos culturales, combinando así la conservación del patrimonio histórico con la vitalidad de la vida cultural contemporánea. Otro elemento de gran interés es el arco de San Severo, una elegante conexión entre la iglesia y el edificio adyacente, conocido por su reloj del siglo XV. Este arco tiene una historia fascinante, habiendo sido restaurado en el siglo XIX y decorado con dos cabezas esculpidas que, según la leyenda, representan a Irene Malerbi y al duque Antonello Caracciolo. La historia cuenta que Caracciolo, un noble sin escrúpulos, se enamoró de Irene y, para obligarla a casarse con él, hizo encarcelar al padre de la chica. La familia de Irene buscó justicia ante Fernando de Aragón, quien condenó a Caracciolo a casarse con Irene para luego decapitarlo. Las cabezas esculpidas bajo el reloj simbolizan este dramático suceso, un llamado a la justicia y a la redención. La iglesia también alberga otras obras de arte de notable importancia, como la pintura de Massimo Stanzione que representa a los santos Eligio, Dionisio y Martín, y el Juicio Final del pintor flamenco Cornelio Smet, que según algunas voces podría haber sido retocado por el propio Miguel Ángel. Estas obras, junto con muchas otras, cuentan una historia de fe y devoción que ha atravesado los siglos, dejando una huella indeleble en la memoria colectiva de la ciudad.
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