Iglesia de Santa María Coronada
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La Iglesia de Santa María Incoronata, ubicada en la calle Medina en Nápoles, es un monumento de gran relevancia histórica y artística. Fundada en 1352 por voluntad de la reina Juana I de Anjou, la iglesia fue construida para conmemorar su coronación y la de su segundo esposo, Luis de Tarento. Su construcción probablemente aprovechó la estructura preexistente del Real Tribunal y se completó con la adición de un hospital. La iglesia fue dedicada a Santa María Espina Corona, nombre derivado de la preciosa reliquia de una espina de la corona de Cristo, donada a la reina por Carlos V de Francia.
El exterior de la iglesia es sobrio, con un portal gótico de mármol blanco de Carrara, decorado con bajorrelieves que representan dos ángeles sosteniendo una corona de espinas. La fachada es sencilla, con una ventana en el lado izquierdo y otra en el lado derecho sobre el portal de entrada, que termina con un tímpano.
El interior de la iglesia es singular, con una planta de dos naves, una central principal y una lateral. La nave principal tiene cuatro tramos cubiertos con bóvedas de crucería, mientras que la nave lateral tiene una planta rectangular con bóvedas de crucería rebajadas. Esta disposición es única y ha dado lugar a diversas interpretaciones, como el uso de las dos naves para diferentes ritos, o una posible influencia de las experiencias de Juana I durante su exilio en Hungría.
La iglesia es famosa por sus frescos, realizados entre 1352 y 1354 por Roberto d’Oderisio, discípulo de Giotto. Estos frescos, aunque parcialmente dañados, representan el Triunfo de la Religión y los Siete Sacramentos. En las lunetas y paredes laterales del primer tramo se conservan otras obras de Oderisio, con temas de las Historias de José el hebreo y las Historias de Moisés. Los frescos de Oderisio son notables por su calidad y por la importancia histórica que representan, siendo uno de los pocos ciclos pictóricos del siglo XIV que quedan en Nápoles.
La iglesia también alberga otras obras de arte destacadas, como el monumento sepulcral de María de Hungría, realizado por Tino di Camaino en 1326. Este monumento, inicialmente trasladado a la nueva iglesia y luego devuelto a la antigua iglesia, se encuentra en la pared izquierda de la nave, antes del ábside. El altar mayor, en mármoles policromados y piedras duras, data del siglo XVIII y es el único elemento superviviente de la fase barroca de la iglesia.
A lo largo de los siglos, la iglesia ha sido sometida a varios trabajos de restauración, especialmente después de los terremotos del siglo XV y los daños causados por los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial. Entre 1925 y 1929, fue sometida a una importante restauración dirigida por Gino Chierici, que eliminó las decoraciones barrocas para devolver a la estructura su aspecto gótico original. En la década de 1960, se restauraron aún más las decoraciones de mármol del portal de entrada.
En 1980, el terremoto de Irpinia causó nuevos daños a la iglesia, que estuvo cerrada hasta 1993 para trabajos de restauración. Después de años de aperturas irregulares, una última restauración, dedicada principalmente a las obras pictóricas, permitió la reapertura al público en junio de 2014.
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