Iglesia de Santa María en Trastevere

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Rione XIII - Trastevere
La Basílica de Santa María en Trastevere es uno de los lugares de culto más antiguos y significativos de Roma, situada en el corazón del barrio de Trastevere. Su historia se remonta, según la tradición, al Papa Calixto I (217-222) que fundó una primera iglesia en el lugar donde, se cuenta, brotó aceite del suelo. La basílica actual fue construida entre 1138 y 1143 por voluntad del Papa Inocencio II, que utilizó material de despojo procedente de las Termas de Caracalla. La fachada, completada en 1702 por Carlo Fontana, conserva un mosaico del siglo XIII que representa a María en el trono con el Niño, acompañada por diez mujeres con lámparas, símbolo de las vírgenes prudentes de la parábola evangélica. La fachada de la basílica, precedida por un pórtico diseñado por Carlo Fontana, es un ejemplo perfecto de la arquitectura barroca. El pórtico, con columnas jónicas y corintias, crea una entrada monumental que invita a los fieles y visitantes a descubrir la riqueza de los interiores. La parte superior de la fachada está decorada con un mosaico del siglo XIII que representa a María en el trono amamantando al Niño, rodeada por diez mujeres con lámparas, símbolo de las vírgenes prudentes de la parábola evangélica. Este mosaico es uno de los pocos ejemplos restantes de decoración exterior de la época medieval en Roma. Al entrar en la basílica, se es recibido por un ambiente majestuoso y solemne, con una nave central flanqueada por dos filas de columnas jónicas y corintias que sostienen un arquitrabe. Las columnas, procedentes de las Termas de Caracalla, confieren al interior un aspecto clásico e imponente. El techo de madera, diseñado por Domenichino, está decorado con la Asunción de María en el centro, rodeada de ángeles y santos. Este techo es una obra maestra del barroco romano, con su riqueza de detalles y la vivacidad de los colores. Las capillas laterales de la basílica albergan obras de arte de gran valor. En la primera capilla de la nave derecha se encuentra “Santa Francisca Romana” de Giacomo Zoboli, una obra caracterizada por una profunda espiritualidad y un uso sabio de la luz. La segunda capilla está decorada con la “Natividad” de Étienne Parrocel, una pintura que captura la ternura y la sacralidad del momento del nacimiento de Jesús. La cuarta capilla, dedicada a San Federico de Utrecht, fue decorada en 1651 por Giacinto Brandi, con un retablo que representa el martirio del santo. Este retablo, hoy conservado en la oficina del párroco para protegerlo de la humedad, es un ejemplo significativo de la pintura barroca romana. El transepto izquierdo alberga el “Martirio de los Santos Felipe y Santiago” de Jacopo Palma el Joven, una obra que impacta por la dramatismo de la escena y la riqueza de los detalles. En el transepto también se encuentran los monumentos funerarios de los cardenales Pietro Stefaneschi y Philippe d’Alençon, que testimonian la importancia histórica y religiosa de la basílica. Uno de los tesoros más preciados de la basílica es el icono de la Virgen de la Clemencia, también conocida como Virgen Theotokos. Este ejemplar data quizás del siglo VI, pero algunos historiadores lo datan en el siglo VIII. El icono, con su rigidez frontal y colores brillantes, es un ejemplo extraordinario del arte bizantino. La Virgen de la Clemencia es un símbolo de devoción mariana y atrae a numerosos fieles y visitantes. El verdadero tesoro de la basílica es el mosaico del ábside, que representa a la Virgen y a Cristo sentados en el mismo trono. Este mosaico, del siglo XII, está adornado en la parte inferior con Historias de la Virgen, realizadas por Pietro Cavallini en 1291. La iconografía del ábside probablemente alude a la gran procesión que se celebraba en la Edad Media en Roma la noche de la Asunción. En esta ocasión, el icono acheropita del Salvador desde el Laterano era solemnemente llevado a Santa María la Mayor, ante el famoso icono de la Salus populi romani. La tesis de Ernst Kitzinger, que ve una referencia a esta procesión en la iconografía del mosaico, está respaldada por similitudes estilísticas y la presencia de cartelas con pasajes del Cantar de los Cantares. En el transepto de la basílica, en amplias tribunas gemelas magníficamente talladas y doradas, se encuentran dos órganos de tubos de diferentes épocas. El primero, construido por Filippo Testa en 1702, tiene un solo teclado y pedalera de atril, mientras que el segundo, realizado por la casa francesa Mutin Cavaillé-Coll en 1911, tiene dos manuales y pedalera recta. Estos instrumentos, a pesar de sus diferencias, enriquecen aún más la experiencia musical y litúrgica de la basílica.
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