Iglesia de Santa María la Real de la Almudena
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La Iglesia de Santa María la Real de la Almudena, más conocida como la Catedral de la Almudena, es un imponente símbolo de la ciudad de Madrid y uno de sus edificios religiosos más significativos. Situada frente al Palacio Real, la catedral es una obra maestra arquitectónica que cuenta una historia larga y fascinante, entrelazada con los acontecimientos históricos y políticos de España.
La primera piedra de la catedral fue colocada el 4 de abril de 1883 por el rey Alfonso XII, pero el proyecto para dotar a Madrid de una gran catedral se remonta mucho antes. Ya en el siglo XVI, hubo varios intentos de ampliar la pequeña iglesia de Santa María de la Almudena, pero fue solo en el siglo XIX que el sueño comenzó a materializarse. La elección del sitio, justo frente al Palacio Real, subrayaba la intención de crear una armoniosa continuidad arquitectónica entre el poder civil y el eclesiástico.
El proyecto inicial de la catedral fue encargado al arquitecto Francisco de Cubas, también conocido como marqués de Cubas. Su visión preveía una estructura de estilo neogótico, inspirada en las grandes catedrales europeas. Sin embargo, la construcción estuvo marcada por interrupciones y cambios de proyecto, debido a varios factores, incluidas dificultades económicas y cambios políticos. Fue solo en 1944, con la intervención del marqués de Lozoya, que la catedral encontró un nuevo impulso. Los arquitectos Fernando Chueca Goitia y Carlos Sidro de la Puerta adaptaron el proyecto para armonizar mejor el edificio con el entorno circundante, en particular con el Palacio Real.
El interior de la catedral presenta un estilo neogótico, con una planta de cruz latina, una nave central y dos naves laterales. La decoración interior se caracteriza por colores vivos y líneas rectas, que le dan al ambiente un aire moderno y luminoso. El suelo, de mármol verde serpentina de Granada y travertino amarillo, crea un efecto visual de gran elegancia. Detrás del altar mayor, una escultura de Cristo Crucificado, obra de Juan de Mesa, domina la escena.
Uno de los elementos más fascinantes de la catedral es su cripta neorrománica, situada debajo de la iglesia principal. La cripta está dedicada a Santa María la Real de la Almudena y conserva más de cuatrocientas columnas, cada una con un capitel único, creando un efecto de solemnidad y majestuosidad. Entre las obras de arte presentes en la cripta, destaca la pintura de Nuestra Señora de la Flor de Lis, una de las imágenes más antiguas de la Virgen en Madrid, que data del siglo XIII.
La fachada principal de la catedral, orientada hacia el Palacio Real, es de estilo neoclásico, con un gran pórtico sostenido por columnas jónicas y una hornacina que alberga una estatua de la Virgen de la Almudena. Esta combinación de estilos arquitectónicos -neoclásico en el exterior, neogótico en el interior y neorrománico en la cripta- hace que la catedral sea única en el panorama arquitectónico madrileño.
La catedral fue finalmente consagrada el 15 de junio de 1993 por el Papa Juan Pablo II, durante su cuarto viaje a España. Este evento marcó la conclusión de un proceso constructivo que duró más de cien años, durante los cuales la catedral se había convertido en un símbolo de perseverancia y devoción para los madrileños.
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