Malá Strana (Ciudad Pequeña)

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Malá Strana
Malá Strana, también conocida como Lesser Town, es uno de los barrios más antiguos y fascinantes de Praga. Situada en las orillas del río Moldava y al pie del Castillo de Praga, esta zona combina una atmósfera pintoresca con una rica historia que se remonta a la Edad Media. Fundada oficialmente en 1257 por el rey Ottocaro II de Bohemia, Malá Strana fue inicialmente concebida como un nuevo asentamiento para colonos alemanes bajo el castillo. La ubicación estratégica de Malá Strana siempre ha desempeñado un papel crucial en su evolución. Rodeado de colinas verdes y atravesado por calles empedradas, el barrio sufrió dos grandes incendios, uno en 1419 y otro en 1541, que destruyeron muchas de las estructuras originales. Estos eventos catastróficos llevaron a la reconstrucción de Malá Strana en estilo renacentista y barroco, otorgando al barrio su aspecto actual con majestuosos palacios, iglesias y jardines. Uno de los puntos focales de Malá Strana es la Iglesia de San Nicolás, una obra maestra barroca diseñada por los Dientzenhofer, padre e hijo. Construida por los Jesuitas entre 1704 y 1755, la iglesia es famosa por su imponente cúpula y los espectaculares frescos que adornan su interior. Su majestuosidad y su ubicación central en Malostranské náměstí (Plaza de la Ciudad Pequeña) la convierten en uno de los monumentos más visitados y fotografiados de Praga. La Iglesia de Nuestra Señora de la Victoria alberga otro tesoro de Malá Strana: la estatua del Niño Jesús de Praga. Esta pequeña estatua de cera, venerada por católicos de todo el mundo, atrae cada año a miles de peregrinos. La iglesia en sí, con su interior barroco, ofrece un lugar de reflexión y oración para los visitantes. Además de sus hermosas iglesias, Malá Strana es famosa por sus jardines y parques. Entre ellos, el Jardín Vrtba es un ejemplo perfecto de jardín barroco italiano, con terrazas ornamentadas, esculturas y una vista panorámica de Praga. La Isla de Kampa, situada a lo largo del río Moldava, ofrece un oasis de paz con sus prados verdes y sus pintorescos molinos de agua. La isla también alberga obras de arte contemporáneo, incluidas las famosas estatuas de los niños gigantes de David Černý. Otra característica distintiva de Malá Strana es su arquitectura residencial. Los palacios nobles, como el Palacio Wallenstein, con sus extensos jardines y patios interiores, testimonian la riqueza y la influencia de las familias nobles que habitaron el barrio. Hoy en día, muchos de estos edificios históricos albergan embajadas, instituciones culturales y hoteles de lujo, manteniendo viva la conexión entre pasado y presente. La atmósfera única de Malá Strana se ve enriquecida por sus acogedores cafés, restaurantes tradicionales y pubs históricos. Las estrechas calles empedradas, iluminadas por faroles, ofrecen una experiencia mágica, especialmente por la noche, cuando el barrio se tranquiliza y revela toda su belleza romántica. Es fácil perderse entre los callejones y descubrir rincones ocultos que cuentan historias de siglos pasados. El Muro de John Lennon es otra atracción icónica de Malá Strana. Este muro, cubierto de grafitis y citas inspiradas en John Lennon y los Beatles, se ha convertido en un símbolo de paz y libertad. Durante el régimen comunista, el muro era un lugar de protesta juvenil y expresión artística, y aún hoy sigue siendo un lienzo en constante evolución para artistas y visitantes. Malá Strana también alberga el Museo Franz Kafka, situado a lo largo del río Moldava. Este museo ofrece una inmersión en el mundo del famoso escritor checo, con exposiciones que exploran su vida y obra a través de fotografías, manuscritos e instalaciones multimedia. En el exterior del museo, otra obra de David Černý, dos estatuas de bronce que orinan en una fuente con forma de República Checa, añade un toque de provocación artística al barrio.
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