Mercado Central

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El Mercado Central de Florencia, ubicado en el barrio de San Lorenzo, es un lugar animado y dinámico, un verdadero paraíso para los amantes de la comida y una parada imprescindible para quienes visitan la ciudad. Su historia se remonta al final del siglo XIX, durante un período de renovación urbana cuando Florencia era la capital de Italia. Diseñado por el arquitecto Giuseppe Mengoni, el mismo que construyó la Galería Vittorio Emanuele II en Milán, el mercado fue construido entre 1870 y 1874, siguiendo el modelo de Les Halles de París con un amplio uso de hierro y vidrio. El edificio, con su estructura de hierro y vidrio y la base de piedra con arcos, es un magnífico ejemplo de la arquitectura de la época y representa uno de los mejores ejemplos de mercados cubiertos en estilo europeo. El Mercado Central fue concebido como parte de un plan para centralizar el comercio de alimentos, que hasta entonces estaba disperso en varios pequeños mercados de la ciudad. Este proyecto no solo modernizó el comercio local, sino que también contribuyó a mejorar las condiciones higiénicas y logísticas de la venta de productos alimenticios. La planta baja del Mercado Central está dedicada al mercado tradicional, con una amplia gama de carniceros, pescaderías, fruterías y tiendas de alimentos especializados que reflejan las ricas tradiciones culinarias de la Toscana. Aquí, los visitantes pueden encontrar carne de primera calidad, pescado fresco, frutas y verduras de temporada, quesos locales y otros productos típicos de la región. La vitalidad del mercado, con sus colores, sonidos y aromas, ofrece una experiencia sensorial única que permite sumergirse en la cultura local. En el primer piso, renovado en 2014 con motivo del 140 aniversario del edificio, se encuentra una moderna food hall, una verdadera fiesta para los sentidos con puestos ocupados por artesanos de la comida que preparan platos frescos frente a los visitantes. Aquí es posible degustar una amplia variedad de platos italianos e internacionales, desde la tradicional ribollita toscana hasta la pizza, pasando por postres como el cannolo siciliano. El piso superior no es solo un lugar para comer, sino también para aprender: de hecho, alberga una escuela de cocina y organiza regularmente talleres culinarios, catas de vino y eventos culturales.
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