Monte Testaccio (Monte de los fragmentos)
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Italia,
citta, Roma,
Rione XX - Testaccio
El Monte Testaccio, ubicado en el barrio homónimo de Roma, es una colina artificial única en su tipo, compuesta enteramente por fragmentos de ánforas romanas. Este monumento arqueológico, de aproximadamente 36 metros de altura, es el resultado de siglos de actividad comercial e industrial en la antigua Roma, y también es conocido como “Monte dei Cocci”.
El nombre “Testaccio” proviene del latín “testae”, que significa “fragmentos de terracota”. La colina está formada por más de 53 millones de ánforas, utilizadas principalmente para transportar aceite. Estas ánforas, una vez vaciadas, eran trituradas y acumuladas de manera ordenada, formando capas sucesivas que dieron origen a la colina. Este proceso de eliminación comenzó en la época augustea y continuó hasta mediados del siglo III d.C. El orden en el que se dispusieron los fragmentos y la presencia de cal para reducir los olores testimonian una gestión cuidadosa y metódica del vertedero.
La colina representa una valiosa fuente de información para los arqueólogos. Las inscripciones en los fragmentos, conocidas como “tituli picti”, indican el contenido de las ánforas, el nombre del productor y otra información útil para rastrear las rutas comerciales de la época. La mayoría de las ánforas provenían de las costas de la Bética (hoy Andalucía) y de la Bizacena (en la actual Túnez), confirmando la importancia del comercio mediterráneo para Roma.
Durante la Edad Media, el Monte Testaccio continuó desempeñando un papel significativo en la vida de la ciudad. Sus laderas, gracias a la naturaleza aislante de la arcilla, fueron excavadas para crear bodegas y despensas. Estos espacios frescos y constantes a unos 10°C se convirtieron en ideales para la conservación del vino y los alimentos. Algunos de estos locales se transformaron en tabernas y, más tarde, en restaurantes y locales nocturnos, contribuyendo a la animada escena gastronómica del barrio Testaccio.
La colina también se convirtió en un centro de actividades sociales y culturales. Durante la Edad Media, se celebraba allí el carnaval con juegos cruentos como las “tauromachias” y la “ruzzica de li porci”, en la que cerdos vivos eran empujados desde la colina para ser capturados por los participantes. En el siglo XV, el Monte Testaccio se convirtió en el punto de llegada para el Vía Crucis del Viernes Santo, simbolizando el Gólgota. Aún hoy, una cruz plantada en la cima testimonia esta tradición.
En la época moderna, el Monte Testaccio adquirió una función estratégica. Durante el asedio de Roma en 1849, se instaló una batería de artillería en la cima para atacar a las tropas francesas acampadas cerca de la Basílica de San Pablo Extramuros. Durante la Segunda Guerra Mundial, se colocó una batería antiaérea en la colina, cuyos restos aún son visibles.
Las primeras investigaciones arqueológicas sistemáticas comenzaron en el siglo XIX, gracias al arqueólogo alemán Heinrich Dressel. Él llevó a cabo una importante labor de catalogación y clasificación de las ánforas, que permitió reconstruir la edad y procedencia de los fragmentos. Los estudios de Dressel fueron fundamentales para comprender la magnitud del comercio romano y la organización del vertedero.
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