Museo del Reloj Grassy
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El Reloj Grassy, ubicado en el corazón de Madrid en la Gran Vía, es una joya escondida para los amantes de la relojería y la historia. Fundado en 1953 por Alejandro Grassy, un apasionado coleccionista y relojero, el museo ofrece una visión única de la evolución de la medición del tiempo a lo largo de los siglos. La colección incluye más de 150 piezas, que van desde relojes franceses, ingleses, alemanes y suizos, cada uno contando una fascinante historia de innovación tecnológica y artística.
El museo está ubicado en un edificio que es en sí mismo un símbolo de la elegancia arquitectónica de la Gran Vía. La fachada del edificio, con sus detalles art déco, evoca la atmósfera de los años 20 y 30, período en el que la Gran Vía se convirtió en el corazón cultural y comercial de Madrid. En el interior, el museo está organizado de manera que guía a los visitantes a través de un viaje en el tiempo, comenzando con los primeros ejemplares de relojes mecánicos hasta los modelos más modernos.
Una de las piezas más antiguas y valiosas de la colección es un reloj de bolsillo alemán del siglo XVI, hecho en Núremberg. Este reloj, con su complicado mecanismo y diseño intrincadamente decorado, es un ejemplo de la maestría artesanal y la innovación técnica de la época. Junto a este, se encuentra un reloj de péndulo francés del siglo XVIII, caracterizado por un diseño elegante y detalles dorados, que muestra la influencia del rococó y la perfección técnica alcanzada por los maestros relojeros franceses.
La colección también incluye una serie de relojes astronómicos, que no solo miden el tiempo, sino que también rastrean los movimientos de los cuerpos celestes. Estos relojes, además de ser instrumentos científicos, son verdaderas obras de arte. Un ejemplo notable es un reloj astronómico inglés del siglo XIX, que presenta un elaborado cuadrante con signos zodiacales y fases lunares.
El Museo del Reloj Grassy dedica una sección especial a los relojes de pulsera, que marcan la evolución de la portabilidad y la precisión en la medición del tiempo. Entre las piezas más icónicas se encuentra un Rolex Oyster de los años 20, famoso por ser el primer reloj de pulsera impermeable del mundo. Este reloj representa una innovación significativa en la historia de la relojería, demostrando cómo la tecnología puede combinarse con el diseño para crear un producto funcional y elegante.
Otra pieza de gran interés es un Patek Philippe del siglo XX, conocido por su precisión y diseño sofisticado. Este reloj no solo es un símbolo de lujo, sino también un ejemplo de la alta relojería suiza, conocida por su atención al detalle y el uso de materiales de la más alta calidad. Un dato interesante sobre la fundación del museo es que Alejandro Grassy, durante sus viajes por Europa, recopiló muchos de los relojes que hoy forman parte de la colección del museo. Su pasión por la relojería lo llevó a colaborar con algunos de los relojeros y coleccionistas más importantes de su tiempo, creando una red de contactos que permitió al museo adquirir piezas de extraordinario valor histórico y artístico.
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