Obelisco Flaminio
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Rione IV - Campo Marzio
El Obelisco Flaminio, ubicado en el centro de la Piazza del Popolo en Roma, es uno de los obeliscos egipcios más imponentes y antiguos presentes en Italia. Su historia es larga y fascinante, entrelazando los eventos del antiguo Egipto con los del imperio romano y la ciudad eterna.
Originalmente erigido en el siglo XIII a.C. por el faraón Ramsés II frente al Templo de Ra en Heliópolis, el obelisco está hecho de granito rojo de Asuán y mide aproximadamente 24 metros de altura, que se convierten en 36 metros si se considera el pedestal y la cruz que lo corona. Las inscripciones jeroglíficas en sus cuatro caras celebran las hazañas de Ramsés II, uno de los más grandes faraones de la historia egipcia, conocido por sus conquistas militares y sus grandiosas obras arquitectónicas.
El obelisco fue llevado a Roma en el 10 a.C. por orden del emperador Augusto, quien quería celebrar su victoria sobre Egipto de Cleopatra y Marco Antonio. La operación de transporte fue compleja y requirió el uso de barcos especiales diseñados para transportar el imponente monolito a través del Mediterráneo. Una vez en Roma, el obelisco fue colocado en el Circo Máximo, donde permaneció durante siglos como símbolo del poder imperial y la dominación romana sobre Egipto.
Con la caída del Imperio Romano, el obelisco cayó en el olvido y solo fue redescubierto en el siglo XVI, durante los trabajos de excavación y restauración del Circo Máximo. El Papa Sixto V, conocido por su pasión por la urbanística y su voluntad de transformar Roma en una ciudad moderna y monumental, ordenó que el obelisco fuera restaurado y trasladado a la Piazza del Popolo. En 1589, bajo la supervisión del arquitecto Domenico Fontana, el obelisco fue erigido en el centro de la plaza, donde aún se encuentra hoy.
La ubicación del obelisco en la Piazza del Popolo es simbólica y estratégica. La plaza, que servía como entrada monumental a la ciudad para quienes llegaban desde el norte, era un punto de bienvenida para los peregrinos que llegaban a Roma a lo largo de la Via Flaminia. El obelisco, con su imponencia y sus inscripciones, recibía a los visitantes con un llamado a la grandeza de la antigua Roma y su continuidad con el glorioso pasado egipcio.
El Obelisco Flaminio no es solo un monumento histórico, sino también una obra maestra artística e ingenieril. Sus inscripciones jeroglíficas, perfectamente conservadas, ofrecen valiosa información sobre la historia y la religión del antiguo Egipto. Las operaciones de restauración y elevación del obelisco, tanto en el siglo XVI como en las restauraciones posteriores, testimonian la habilidad y el ingenio de los arquitectos e ingenieros que trabajaron para preservar y valorar este extraordinario hallazgo.
Un dato interesante concierne a la cruz que corona el obelisco. Durante la restauración ordenada por Sixto V, se decidió agregar una cruz de bronce dorado en la cima del monumento, como símbolo de la cristianización de Roma y la victoria del cristianismo sobre el paganismo. Esta cruz, que representa la continuidad y transformación de la ciudad a lo largo de los siglos, todavía es visible hoy y agrega una capa adicional de significado histórico y cultural al obelisco.
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