Palacio Chiablese
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El Palazzo Chiablese es uno de los edificios históricos más significativos de Turín, situado junto al Palazzo Reale en la Piazza San Giovanni. Su historia se remonta al siglo XVI, cuando Emanuele Filiberto di Savoia encargó su construcción sobre núcleos habitacionales preexistentes. Inicialmente perteneciente a la marquesa Beatrice Langosco di Stroppiana, el palacio luego pasó a varios miembros de la familia real saboyana.
En el siglo XVIII, Benedetto Alfieri, uno de los arquitectos más destacados de Piamonte, fue encargado de una importante remodelación que le dio al palacio la unidad arquitectónica que admiramos hoy. Esta restauración le dio al palacio una nueva vida, integrando armoniosamente las estructuras existentes con el nuevo diseño barroco, típico del estilo de Alfieri, caracterizado por líneas elegantes y detalles refinados.
El Palazzo Chiablese ha desempeñado un papel significativo en la historia saboyana e italiana. Fue la residencia del duque de Chiablese, Benedetto Maurizio, hijo de Carlo Emanuele III, quien le dio nombre al palacio. Durante la ocupación francesa, el palacio albergó a Camillo Borghese y su esposa Paolina Bonaparte. Después de la Restauración, el palacio volvió a los Saboya y se convirtió en la residencia de Carlo Felice, quien murió allí en 1831, y posteriormente del duque de Génova, Ferdinando di Savoia.
Durante la Segunda Guerra Mundial, el palacio sufrió graves daños debido a los bombardeos que destruyeron el techo y parte de los entrepisos. Muchos muebles se perdieron, incluido un valioso escritorio de doble cuerpo del ebanista Pietro Piffetti, posteriormente recuperado por los carabinieri del Núcleo de Protección del Patrimonio Cultural de Turín en 2018. A pesar de los daños, el palacio fue restaurado y hoy se encuentra en buenas condiciones.
Hoy en día, el Palazzo Chiablese alberga las oficinas del Secretariado Regional del Piamonte y varias Superintendencias de Arqueología, Bellas Artes y Paisaje. Desde 1997, es parte del sitio serial “Residenze Sabaude” incluido en la lista del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. El palacio también alberga exposiciones temporales organizadas por los Museos Reales de Turín, que enriquecen aún más su oferta cultural.
El palacio conserva numerosas salas históricas abiertas al público, gracias a los voluntarios del Touring Club Italiano. Entre ellas, el Salone degli Svizzeri, la Camera delle Guardie del Corpo, la Camera de’ Valets à Pieds, el Guardarropa, la Camera di Parata, la Sala da Pranzo, la Galleria del Cignaroli y la Sala degli Arazzi. Estos ambientes, ricamente decorados con frescos y muebles de época, ofrecen una visión de la vida de la corte y la elegancia saboyana.
El Salone degli Svizzeri, así llamado en honor a las guardias suizas que protegían a la familia real, es una de las salas más sugestivas del palacio, con su imponente candelabro y decoraciones de estilo rococó. La Camera delle Guardie del Corpo, con sus sobrepuertas pintadas por Gregorio Guglielmi y Francesco De Mura, testimonia el gusto refinado y el cuidado de los detalles típicos de la época barroca.
La Galleria del Cignaroli es otra joya del palacio, adornada con pinturas de Angelo Maria Crivelli, Angelo Cignaroli, Beaumont, Marghinotti y Tallone. Esta galería se utilizaba para los paseos internos de la nobleza y para exhibir las obras de arte de la colección familiar. La Sala degli Arazzi, con sus tapices franceses del siglo XVII que representan la historia de Artemisia, añade un toque de grandiosidad y refinamiento a los interiores del palacio.
Una anécdota interesante es la de la Marquesa Beatrice Langosco di Stroppiana, quien recibió el palacio como regalo de Emanuele Filiberto, su amante. Este detalle añade un toque de intriga y romanticismo a la historia del palacio, subrayando las complejas dinámicas políticas y personales de la nobleza saboyana.
El palacio también es conocido por sus sobrepuertas, realizadas por artistas como Gregorio Guglielmi, Francesco De Mura y Michele Rapous, que representan escenas alegóricas y mitológicas. Estos detalles artísticos enriquecen aún más los interiores del palacio, convirtiéndolo en un ejemplo perfecto del arte y la arquitectura barroca piamontesa.
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