Palacio de Amboage

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En el barrio de Chamberí en Madrid se encuentra el majestuoso Palacio de Amboage, un extraordinario ejemplo de arquitectura neobarroca y un símbolo de la rica historia social y política de la ciudad. Construido entre 1914 y 1917, el palacio fue diseñado por el arquitecto Joaquín Rojí López-Calvo para Fernando Plá y Beltrán de Lis, el marqués de Amboage. Este noble español era conocido por su inmenso patrimonio y su influencia política, y deseaba una residencia que reflejara su estatus y sofisticación. El Palacio de Amboage se distingue inmediatamente por su grandiosa fachada, caracterizada por elaborados detalles ornamentales y una estructura imponente. El edificio se desarrolla en tres pisos, con un pórtico central sostenido por columnas corintias y una serie de balcones decorados con balaustres de piedra. La simetría y elegancia de la fachada representan perfectamente el estilo neobarroco, que buscaba combinar la monumentalidad barroca con un sentido de orden y proporción clásica. En el interior, el palacio es igualmente impresionante. Al entrar, se es recibido por un amplio vestíbulo decorado con mármoles preciosos y estucos dorados. La escalinata principal, también de mármol, conduce a los pisos superiores, donde se encuentran las salas de representación. Estos espacios eran utilizados para recepciones y fiestas, eventos que reflejaban el lujo y la vida social de la aristocracia de la época. Las paredes de las salas están enriquecidas con frescos y tapices, mientras que los suelos de parquet añaden un toque adicional de lujo. Una de las características más fascinantes del Palacio de Amboage es su jardín. Diseñado con el mismo cuidado de los detalles que caracteriza al edificio, el jardín ofrece un oasis de tranquilidad en medio de la ciudad. Los senderos cuidados, los parterres floridos y las fuentes crean un ambiente sereno y armonioso, perfecto para paseos relajantes o momentos de reflexión. El jardín es un perfecto ejemplo de jardinería al estilo italiano, con influencias francesas, que eran muy populares entre la aristocracia europea de la época. Históricamente, el Palacio de Amboage ha desempeñado un papel significativo no solo como residencia privada, sino también como centro de actividades diplomáticas. Durante la Guerra Civil Española, el palacio fue utilizado para diversos fines, adaptándose a las necesidades del momento. Después de la guerra, el palacio fue restaurado y se convirtió en sede de la Embajada de Italia. Esta nueva función ha permitido preservar el edificio y mantenerlo en excelentes condiciones, garantizando al mismo tiempo su relevancia histórica y cultural. Un dato interesante es la competencia entre los nobles de la época por construir las residencias más suntuosas. Se cuenta que el marqués de Amboage quería que su palacio fuera uno de los más bellos e imponentes de Madrid, compitiendo con otras residencias nobiliarias de la ciudad. Esta ambición se reflejaba en el cuidado de los detalles arquitectónicos y en la elección de los materiales preciosos utilizados para la construcción y decoración de los interiores.
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