Palacio de Linares

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El Palacio de Linares, ubicado en la Plaza de Cibeles en Madrid, es un magnífico ejemplo de arquitectura neobarroca del siglo XIX. Construido entre 1877 y 1900, el palacio fue encargado por José de Murga y Raimunda Osorio, los primeros marqueses de Linares. El proyecto fue realizado por varios arquitectos, entre ellos Carlos Colubí, Adolf Ombrecht y Manuel Aníbal Álvarez, quienes colaboraron para crear un edificio de extraordinaria elegancia y sofisticación. El palacio se encuentra en un terreno que antes albergaba los Molinos de Plata y el Pósito Real de Madrid, un gran almacén de cereales destinado a garantizar el abastecimiento de la ciudad en caso de crisis. Después de estar cerrado e inutilizado durante casi un siglo, el palacio fue reabierto en 1992 como Casa de América, un centro cultural dedicado a promover las relaciones entre España y los países de América Latina. El interior del Palacio de Linares es un triunfo de decoraciones lujosas y materiales de alta calidad. La suntuosa escalera principal, hecha de mármol de Carrara, conecta la planta baja con el piso noble. Cada habitación es una explosión de diferentes estilos, desde el Luis XV hasta el Rococó, con paredes revestidas de tapices de la Fábrica de Gobelins, techos ricamente decorados con dorados y pinturas mitológicas, y suelos de maderas exóticas. Entre las obras de arte presentes en el palacio se encuentran obras maestras de artistas como Francisco Pradilla, Alejandro Ferrant y Manuel Domínguez. Un elemento de particular encanto del palacio es la “Casa de las Muñecas”, una habitación decorada en un estilo miniaturizado que representa un ejemplo único de arte aplicado. Esta sala, junto con otras lujosas habitaciones como el salón de música Luis XVI, la biblioteca y el fumoir, hacen del palacio un lugar de extraordinaria belleza e interés histórico. La historia del Palacio de Linares está envuelta en una oscura leyenda. Según la tradición popular, los marqueses de Linares descubrieron que eran hermanastros después de casarse y, para evitar el escándalo, habrían vivido en castidad según una bula papal. La leyenda también cuenta sobre una hija secreta, Raimundita, que habría sido asesinada y cuyo espíritu acecharía el palacio. A pesar de la falta de pruebas históricas concretas, estas historias han alimentado el imaginario colectivo y han contribuido al misterioso encanto del palacio. A lo largo del siglo XX, el palacio ha experimentado varios cambios de propiedad y ha estado en peligro de demolición en varias ocasiones. Después de la muerte de los marqueses, el edificio pasó a manos de Raimunda Avecilla y Aguado, condesa de Villapadierna. Durante la Guerra Civil Española, el palacio sufrió daños significativos, pero fue salvado de la demolición gracias a su declaración como monumento histórico-artístico en 1976. En la década de 1980, el palacio fue comprado por una empresa inmobiliaria y sometido a una larga y meticulosa restauración, que ha preservado su belleza e integridad. En 1992, con motivo del quinto centenario del descubrimiento de América, el Palacio de Linares se convirtió en la Casa de América, convirtiéndose en un centro cultural de relevancia internacional.
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