Palacio de Notarios
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El Palazzo dei Notai, ubicado en el lado sur de la Piazza Maggiore en Bolonia, representa una pieza fundamental del tejido histórico y arquitectónico de la ciudad. Construido a partir de 1381 para albergar la sede de la Sociedad de Notarios, el palacio ha sido ampliado y renovado varias veces a lo largo de los siglos, reflejando las transformaciones políticas, sociales y artísticas de Bolonia.
El edificio original fue diseñado por Berto Cavalletto y Lorenzo da Bagnomarino, mientras que la expansión de 1437, que mira hacia el Palazzo d’Accursio, fue realizada bajo la dirección de Bartolomeo Fioravanti. Esta renovación le dio al palacio su característico aspecto medieval, con ventanas biforas y almenas gibelinas que decoran la parte superior de las paredes.
Un elemento distintivo del Palazzo dei Notai es el escudo de la corporación, visible en la fachada, que representa tres tinteros con plumas de ganso sobre un fondo rojo, rodeados de lirios. Este símbolo representa la autoridad y la importancia de los notarios en la administración de la ciudad, siendo responsables de la redacción de documentos legales y contratos.
En 1792, la gran sala del palacio fue modificada por el arquitecto Giuseppe Tubertini, quien elevó la bóveda, alterando parcialmente el aspecto original del edificio. Sin embargo, la restauración más significativa tuvo lugar en 1908, cuando Alfonso Rubbiani fue encargado de restaurar el aspecto medieval del palacio. Rubbiani, conocido por su enfoque filológico en la restauración, eliminó muchas de las adiciones posteriores, devolviendo a la fachada su carácter auténtico.
El interior del Palazzo dei Notai es igualmente fascinante. La sala principal, conocida como Salone dei Notai, está adornada con frescos del siglo XV que representan escenas religiosas, como la incredulidad de Santo Tomás. Estos frescos, junto con los escudos de las familias nobles boloñesas que decoran las paredes, ofrecen una visión detallada de la vida y las tradiciones de la Bolonia medieval.
Una anécdota interesante se refiere a la restauración de 1908. Alfonso Rubbiani, ferviente defensor del gótico medieval, se enfrentó al desafío de equilibrar la conservación histórica con las necesidades modernas. Su decisión de demoler la gran sala de Tubertini fue controvertida, pero al final contribuyó a preservar la integridad histórica del edificio, devolviéndole su antiguo esplendor.
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