Palacio Gualino

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El Palazzo Gualino, ubicado en Corso Vittorio Emanuele II en Turín, es una obra maestra de la arquitectura racionalista italiana, diseñada por los arquitectos Gino Levi-Montalcini y Giuseppe Pagano entre 1928 y 1930. Encargado por el financiero y mecenas Riccardo Gualino, el edificio estaba destinado a convertirse en la sede de sus numerosas empresas, incluida la SNIA (Società di Navigazione Italo Americana). Este proyecto representó una innovación significativa para la época, no solo por el uso de materiales de vanguardia como el hormigón armado, sino también por la organización de los espacios, concebidos exclusivamente para oficinas. En el momento de su finalización, el Palazzo Gualino fue aclamado como símbolo del naciente Racionalismo italiano. La estructura se caracterizaba por una fachada simétrica con siete pisos en la calle principal y cinco en la calle lateral, marcados por colores originales de amarillo claro y verde agua. La disposición innovadora de las oficinas ejecutivas en los pisos superiores, en lugar del tradicional piso noble, representaba una novedad arquitectónica en el contexto turinés. En 1932, tras el arresto de Gualino y la confiscación de sus empresas, el palacio fue adquirido por FIAT y se convirtió en la sede de recursos humanos, dirigida inicialmente por Giovanni Agnelli y posteriormente por los nietos Giovanni y Umberto Agnelli. Durante la propiedad de FIAT, el edificio continuó desempeñando un papel central en la vida industrial de Turín. En la década de 1990, el Ayuntamiento de Turín adquirió el Palazzo Gualino, destinándolo a oficinas públicas. Posteriormente, en 2012, el palacio fue vendido y convertido en uso residencial, un cambio que generó diversas polémicas. El edificio, rebautizado como Palazzo Novecento, fue sometido a una renovación que finalizó en 2019, incluyendo la creación de unidades residenciales de lujo y un amplio garaje subterráneo. El palacio es un ejemplo significativo de cómo la arquitectura racionalista puede integrarse con la funcionalidad moderna. Los interiores, diseñados con especial atención a la ergonomía y la eficiencia, reflejan el enfoque innovador de sus creadores. Las amplias ventanas y el uso de hormigón armado no solo garantizan solidez estructural, sino también una iluminación natural óptima, creando espacios de trabajo luminosos y confortables. La terraza del último piso, con una ventana que da al Parco del Valentino, era originalmente la oficina presidencial de Gualino, un lugar simbólico del poder económico y la visión vanguardista de su propietario. Este detalle arquitectónico representa la fusión perfecta entre estética y funcionalidad, un concepto central del Racionalismo italiano. El proceso de renovación del edificio ha buscado respetar el proyecto original, manteniendo la simetría y la elegancia de la fachada, adaptando los interiores a las necesidades contemporáneas. Este equilibrio entre conservación e innovación es evidente en la nueva configuración residencial, que ofrece unidades habitacionales de diferentes tamaños, accesibles desde tres escaleras independientes y equipadas con todas las comodidades modernas. La historia del Palazzo Gualino está intrínsecamente ligada a las vicisitudes personales y profesionales de Riccardo Gualino, una figura compleja y fascinante del panorama económico y cultural italiano del siglo XX. Mecenas, empresario y coleccionista de arte, Gualino dejó una huella indeleble en la historia de Turín a través de sus iniciativas y su visión progresista.
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