Palacio Lobkowicz

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El Palacio Lobkowicz, ubicado en el corazón del complejo del Castillo de Praga, es una verdadero joya arquitectónica y cultural que testimonia siglos de historia europea. Construido en la segunda mitad del siglo XVI por Jaroslav de Pernštejn, el palacio es un ejemplo majestuoso de arquitectura renacentista, posteriormente enriquecido con elementos barrocos. Su historia está profundamente entrelazada con la de la familia Lobkowicz, una de las familias nobles bohemias más antiguas e ilustres, que ha tenido un papel fundamental en la historia política y cultural de la región. El palacio pasó a la familia Lobkowicz en 1603, cuando Polyxena de Pernštejn se casó con Zdeněk Vojtěch, el primer príncipe Lobkowicz. Este matrimonio no solo consolidó el poder y la riqueza de la familia, sino que también marcó el inicio de una época de esplendor para el palacio. Durante la Guerra de los Treinta Años, el palacio se convirtió en refugio para los leales católicos, incluidos los dos gobernadores imperiales que fueron arrojados por las ventanas del Castillo de Praga durante la Segunda Defenestración de 1618. Polyxena de Lobkowicz les ofreció protección, demostrando el poder y la influencia de la familia. En el siglo XVII, bajo la dirección de Václav Eusebius, el segundo príncipe Lobkowicz, el palacio fue sometido a significativas transformaciones barrocas. Estos trabajos incluyeron la creación de espléndidas salas decoradas con frescos y estucos, como la Sala Imperial y la Capilla del Palacio. Las salas del palacio, incluyendo la Sala de Conciertos y la Sala del Balcón, presentan techos ornamentados y obras de arte que reflejan el gusto y la sofisticación de la época barroca. Un elemento central de la historia cultural del Palacio Lobkowicz es su vínculo con la música. En el siglo XVIII, Franz Joseph Maximilian, el séptimo príncipe Lobkowicz, se convirtió en un importante mecenas de Ludwig van Beethoven. Beethoven dedicó varias de sus obras más célebres a la familia Lobkowicz, incluyendo las Sinfonías Tercera (Heroica), Quinta y Sexta (Pastoral), algunas de las cuales se estrenaron en el palacio. Esta tradición musical continúa hoy en día, con conciertos regulares de música clásica que se celebran en la sala de conciertos barroca del palacio, ofreciendo interpretaciones de compositores como Bach, Vivaldi, Mozart, Beethoven, Dvořák y Smetana. El palacio también alberga una de las colecciones de arte privadas más importantes de la República Checa, abierta al público como museo desde 2007. La Colección Lobkowicz incluye obras de artistas de renombre mundial como Pieter Bruegel el Viejo, Canaletto, Diego Velázquez y Lucas Cranach el Viejo. Además de pinturas, la colección incluye manuscritos musicales originales de Beethoven y Mozart, instrumentos musicales, artes decorativas, armas y armaduras, y una amplia gama de manuscritos raros. El siglo XX trajo desafíos significativos para el Palacio Lobkowicz y su colección. Durante la ocupación nazi de Checoslovaquia, el palacio y sus propiedades fueron confiscados por las fuerzas alemanas. Aunque fueron devueltos a la familia Lobkowicz después de la guerra, fueron nuevamente expropiados en 1948 por el régimen comunista. La familia Lobkowicz fue obligada al exilio, y el palacio fue utilizado para varios fines estatales, incluyendo oficinas gubernamentales y un museo de historia checa. Después de la Revolución de Terciopelo de 1989 y la caída del régimen comunista, el gobierno checo promulgó leyes de restitución que permitieron a la familia Lobkowicz recuperar sus propiedades. El palacio volvió a manos de la familia en 2002 y, tras un período de restauración, se reabrió como museo. Hoy en día, el Palacio Lobkowicz no solo es un escaparate de las riquezas artísticas e históricas de la familia, sino también un centro cultural activo que alberga conciertos, conferencias y otras manifestaciones culturales. Además de su extraordinaria colección de arte y su importancia histórica, el palacio ofrece vistas espectaculares de Praga desde sus terrazas y jardines, convirtiéndolo en un destino imperdible para los visitantes de la ciudad. El palacio también alberga un elegante café y restaurante, donde los visitantes pueden disfrutar de especialidades locales e internacionales mientras admiran las vistas panorámicas de los jardines del castillo y la ciudad.
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