Pincio Obelisco
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Rione IV - Campo Marzio
Los orígenes del Obelisco del Pincio se remontan al antiguo Egipto, en la época del faraón Ramsés II, durante la XIX dinastía egipcia en el siglo XIII a.C. Inicialmente erigido en el Templo de Ra en Heliópolis, dedicado al culto del dios sol, el obelisco permaneció durante siglos como un símbolo de poder y divinidad en la tierra de los faraones. Sin embargo, fue solo durante la época romana que el obelisco encontró su camino hacia Roma, llevado por el emperador Augusto para adornar el Campo de Marte, el corazón político y militar de la capital imperial.
Durante el transporte del obelisco de Alejandría a Roma, ocurrido en el 10 a.C., se dice que el evento estuvo acompañado de fenómenos prodigiosos y supersticiones populares. Se cuenta que un rayo golpeó el obelisco durante el viaje, interpretado por los romanos como un signo divino de su importancia y destino. Este episodio fue celebrado como un milagro y le otorgó al obelisco un aura de sacralidad y veneración entre la población romana.
El obelisco, que mide más de 36 metros y está decorado con inscripciones egipcias que narran las hazañas y proclamaciones de Ramsés II, es un ejemplo extraordinario de maestría arquitectónica e ingeniería. Su base, adornada con bajorrelieves y relieves esculpidos, representa una verdadera enciclopedia visual de la historia y cultura del antiguo Egipto, ofreciendo a los visitantes una oportunidad única para sumergirse en la riqueza y complejidad de esta milenaria civilización.
A lo largo de los siglos, el Obelisco del Pincio ha experimentado numerosas transformaciones y desplazamientos antes de encontrar su posición definitiva en la Terraza del Pincio, bajo el pontificado del Papa Pío VI en 1789. Aquí, rodeado por la belleza de los jardines y la vista panorámica de la ciudad eterna, el obelisco sigue siendo uno de los monumentos más admirados e icónicos de Roma, atrayendo a turistas y estudiosos de todo el mundo.
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