Plaza Esquilina
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Rione XV - Esquilino
La Plaza del Esquilino es una de las plazas más fascinantes de Roma, situada detrás de la Basílica de Santa María la Mayor, una de las cuatro basílicas papales de la ciudad. La plaza, tal como la conocemos hoy, ha tomado forma a lo largo de los siglos, enriqueciéndose con elementos históricos y arquitectónicos que la convierten en un lugar de gran interés.
Uno de los elementos más distintivos de la Plaza del Esquilino es el obelisco que se alza en el centro. Este obelisco, conocido como el Obelisco del Esquilino, es un antiguo monumento egipcio que originalmente adornaba el Mausoleo de Augusto. Fue trasladado a la plaza en 1587 por orden del Papa Sixto V, quien deseaba embellecer la ciudad con símbolos de poder y continuidad histórica. El obelisco, esculpido en granito rojo, alcanza una altura de aproximadamente 25 metros, incluida la base, y representa uno de los muchos ejemplos de cómo Roma ha sabido integrar los tesoros de la antigüedad en su tejido urbano.
La plaza está dominada por la monumental Basílica de Santa María la Mayor, una de las iglesias más antiguas y veneradas de Roma. Construida en el siglo V, la basílica es famosa por sus espléndidos mosaicos paleocristianos que decoran el ábside y el arco triunfal, representando escenas bíblicas e historias de la Virgen María. El interior de la basílica es un triunfo de arte y arquitectura, con un techo de casetones dorado, que se dice que fue realizado con el oro traído de las Américas por Cristóbal Colón, donado por los reyes españoles Fernando e Isabel al Papa Alejandro VI.
Santa María la Mayor también alberga la Capilla Sixtina (no confundir con la más famosa capilla en el Vaticano), construida por Domenico Fontana para el Papa Sixto V. Esta capilla es famosa por sus decoraciones elaboradas y el mausoleo del papa, realizado con esculturas y frescos que celebran a la Virgen María. Otro punto destacado de la basílica es la Capilla Paulina, o Capilla Borghese, diseñada por Flaminio Ponzio y completada por Carlo Maderno, que alberga una venerada icono de la Virgen con el Niño, atribuido a San Lucas.
Además de la basílica, la Plaza del Esquilino está rodeada de edificios históricos que contribuyen a su atmósfera solemne y majestuosa. Entre ellos, el Palacio del Viminal, sede del Ministerio del Interior italiano, y el Palacio Brancaccio, una elegante residencia construida en el siglo XIX que hoy alberga eventos culturales y sociales.
La Plaza del Esquilino también tiene un vínculo especial con la historia del arte barroco, ya que Gian Lorenzo Bernini, uno de los más grandes escultores y arquitectos de la época, vivió en una casa ubicada en el lado occidental de la plaza. Este detalle añade un encanto adicional a la plaza, que ha sido un cruce de artistas e intelectuales a lo largo de los siglos.
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