Pórticos de Bolonia
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Prevalentemente Porto-Saragozza e Santo Stefano
Los porches de Bolonia representan una de las características más distintivas de la ciudad, un símbolo reconocido a nivel mundial que encierra siglos de historia, arquitectura y vida social. Con una longitud total de casi 62 kilómetros, de los cuales 40 están solo en el centro histórico, los porches boloñeses ofrecen refugio de las inclemencias del tiempo y un ambiente único para pasear, hacer compras y socializar. Su origen se remonta a la alta Edad Media, cuando se comenzaron a construir salientes (sporti) de madera para ampliar los espacios habitables sin invadir el suelo público. La primera evidencia histórica de los porches data del año 1041, mostrando cómo esta solución arquitectónica ya estaba presente en las primeras etapas de la expansión urbana.
Los porches comenzaron a proliferar especialmente a partir de 1288, cuando un edicto municipal estableció que todas las nuevas casas debían estar dotadas de porche, y las ya existentes debían agregarlo si no lo tenían. Este decreto permitió aumentar el espacio habitable disponible sin comprometer la accesibilidad de las calles. Con el tiempo, los porches de madera fueron gradualmente reemplazados por estructuras de piedra o ladrillo, siguiendo un decreto emitido en 1568 por el gobernador pontificio Giovanni Battista Doria.
Durante el Renacimiento, los porches de Bolonia adquirieron un papel aún más relevante. Ejemplos notables de este período incluyen el pórtico lateral de la basílica de San Giacomo Maggiore y el pórtico del Palazzo Bolognini-Isolani. Estos porches no solo ofrecían refugio y protección, sino que también se convirtieron en espacios de representación, decorados con elementos arquitectónicos refinados y motivos artísticos. El pórtico del Pavaglione, por ejemplo, con 139 metros de longitud y 30 arcos, es uno de los más elegantes y representativos de la ciudad. Este pórtico, que conecta Via De’ Musei con Piazza Galvani, alberga el tradicional mercado de gusanos de seda, de donde deriva su nombre.
Uno de los porches más famosos de Bolonia es sin duda el de San Luca. Con sus 3.796 metros de longitud y 666 arcos, es el pórtico más largo del mundo. Construido entre 1674 y 1721, el pórtico de San Luca conecta Porta Saragozza con el Santuario de la Madonna di San Luca, ubicado en la cima del Colle della Guardia. Este camino devocional fue realizado con la contribución de toda la ciudadanía y representa un ejemplo extraordinario de participación comunitaria y fe religiosa.
A lo largo de los siglos, los porches boloñeses han albergado una miríada de actividades comerciales, artesanales y sociales. Además de proporcionar refugio de las inclemencias del tiempo, los porches han facilitado el desarrollo del comercio y las actividades artesanales, convirtiendo las calles de Bolonia en animados centros de intercambio e interacción. Incluso hoy, caminar bajo los porches significa sumergirse en un ambiente rico en historia y cultura, donde pasado y presente se entrelazan armoniosamente.
La relevancia de los porches de Bolonia fue oficialmente reconocida en 2021, cuando una parte de ellos fue incluida en la lista del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. Este reconocimiento subraya la importancia arquitectónica, cultural y social de estos extraordinarios elementos urbanos, que continúan siendo un símbolo distintivo de la ciudad.
Entre los porches más significativos fuera del centro histórico se encuentra el pórtico de los Alemanni, con aproximadamente 650 metros de longitud y compuesto por 167 arcos. Construido entre 1619 y 1631, conecta la iglesia de Santa Maria Lacrimosa degli Alemanni con Porta Maggiore. Otro ejemplo notable es el pórtico de la Certosa, que conduce al Cementerio Monumental de la Certosa de Bolonia. Diseñado por Ercole Gasparini, este pórtico fue iniciado en 1811 y representa un importante camino devocional e histórico.
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