Santa María de las Gracias

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La Basílica de Santa Maria delle Grazie en Milán es uno de los ejemplos más fascinantes de arquitectura renacentista y uno de los lugares más emblemáticos de la ciudad, tanto por su valor histórico como por el tesoro artístico que alberga: “La Última Cena” de Leonardo da Vinci. La construcción del complejo comenzó en 1463 por voluntad del conde Gaspare Vimercati, quien donó el terreno a los Dominicos. El arquitecto Guiniforte Solari fue encargado de los trabajos, completando el convento en 1469 y la iglesia en 1482. La fachada de la basílica, simple e imponente, está caracterizada por relieves de terracota y detalles decorativos que realzan la estructura gótica. Sin embargo, fue bajo el dominio de Ludovico el Moro que la iglesia experimentó su transformación más significativa. En 1492, Ludovico encargó a Donato Bramante la construcción de la tribuna como mausoleo para su familia. Esta adición renacentista, con su majestuosa cúpula y claustro, representa una de las intervenciones arquitectónicas más significativas del período e introduce en Milán el lenguaje del Renacimiento florentino. La tribuna de Bramante es una obra maestra de proporciones y simetría, compuesta por un cubo coronado por una cúpula hemisférica, armoniosamente unida a través de pechinas. Esta estructura, junto con el resto de la iglesia, destaca la transición del gótico al renacimiento, un cambio que marca profundamente la arquitectura milanesa de la época. Uno de los elementos más célebres de la basílica es el refectorio, que alberga la “Última Cena” de Leonardo da Vinci. Realizada entre 1495 y 1498, esta pintura mural representa la última cena de Jesús con sus discípulos, capturando el momento en que anuncia que uno de ellos lo traicionará. La “Última Cena” es una de las obras más estudiadas y admiradas en el mundo, símbolo del genio artístico de Leonardo y de su innovadora técnica de pintura al fresco, que, desafortunadamente, ha hecho que la obra sea extremadamente frágil. Durante la Segunda Guerra Mundial, la iglesia y el refectorio sufrieron graves daños por los bombardeos. Sin embargo, gracias a un hábil trabajo de restauración, completado en 1999, la “Última Cena” fue recuperada, utilizando tecnologías avanzadas para estabilizar los colores y eliminar las intervenciones de restauración anteriores. Santa Maria delle Grazie no es solo un monumento de extraordinaria belleza artística, sino también un símbolo de la historia cultural de Milán. Incluida en 1980 en la lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO, la basílica representa un punto de referencia para comprender el papel de Milán como centro de poder e innovación durante el Renacimiento. Ludovico el Moro, a través de su mecenazgo, dejó una huella indeleble en la ciudad, encargando obras que cambiaron el rostro de la arquitectura y el arte milanés. El complejo de la basílica se articula alrededor de tres claustros, siendo el más famoso el Claustro de las Ranas, así llamado por la fuente central adornada con cuatro estatuas de ranas de bronce. Estos espacios ofrecen un oasis de paz y reflexión en el corazón palpitante de Milán, testimoniando la vida monástica de los Dominicos que todavía habitan el convento hoy en día.
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