Termas de Agripa

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citta, Roma,
Rione VIII - Sant'Eustachio
Construidas entre el 25 y el 19 a.C. por Marco Vipsanio Agrippa, yerno de Augusto, estas termas fueron las primeras termas públicas de la ciudad. Situadas en el corazón del Campo de Marte, las termas formaron parte de un amplio proyecto de revitalización del área que incluía la construcción de otros complejos monumentales. Las termas de Agrippa, alimentadas por el acueducto del Agua Virgen, eran un lugar de recreo y socialización para los ciudadanos romanos. El complejo contaba con varios ambientes típicos de las termas romanas: caldarium, tepidarium y frigidarium, además de espacios dedicados a la actividad física y la lectura. La estructura más icónica de las termas era una gran sala circular, conocida hoy como “la Rosquilla”, que tenía un diámetro de más de 25 metros y una cubierta de cúpula con óculo central, similar a la del Panteón, otra obra asociada a Agrippa. La construcción de las termas no solo mejoró la calidad de vida de los romanos, sino que también fue un ejemplo de la habilidad ingenieril romana. La cúpula de la gran sala, construida en hormigón con nervaduras de refuerzo en ladrillos, era una obra maestra de la arquitectura. Aún hoy, la albañilería en ladrillo de la Rosquilla se conserva a una altura de aproximadamente 10 metros, integrada en parte en las estructuras modernas de la ciudad. A lo largo de los siglos, las Termas de Agrippa sufrieron varios restauraciones, incluidas intervenciones durante el período severiano, que añadieron elementos arquitectónicos como los dobles anillos de ladrillo de los arcos. A pesar de los daños sufridos con el tiempo, las termas continuaron siendo utilizadas hasta el siglo V d.C. Su ubicación estratégica en el Campo de Marte las hacía fácilmente accesibles para los ciudadanos y visitantes, consolidando su papel central en la vida cotidiana de Roma. Una de las características distintivas de las termas era su conexión con los jardines de Agrippa, conocidos como Horti Agrippae. Estos jardines incluían un lago artificial y una plantación de plátanos, creando un ambiente natural relajante en el que los romanos podían pasear y descansar después del baño. A la muerte de Agrippa en el 12 a.C., tanto las termas como los jardines fueron legados al pueblo romano, destacando la generosidad y atención de Agrippa hacia el bienestar público. Hoy en día, los restos de las Termas de Agrippa son visibles entre los edificios modernos de la Via dell’Arco della Ciambella. Estos fragmentos arqueológicos testimonian la grandeza y complejidad del complejo original, ofreciendo a los visitantes una fascinante ventana a la vida y cultura de la antigua Roma. La sala circular, con su imponente estructura, sigue despertando asombro e interés, demostrando cómo las obras arquitectónicas romanas han resistido la prueba del tiempo.
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