Termas de Diocleciano

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Las Termas de Diocleciano, ubicadas entre las colinas del Viminal y el Quirinal en Roma, representan uno de los complejos termales más imponentes y extraordinarios de la antigua Roma. Construidas entre el 298 y el 306 d.C., durante el reinado del emperador Diocleciano y su co-emperador Maximiano, las termas cubren un área de aproximadamente 13 hectáreas y podían albergar hasta 3.000 personas simultáneamente. Estas termas no eran simplemente un lugar de baño, sino un verdadero centro social y cultural, equipado con bibliotecas, galerías de arte y salas de conferencias. El proyecto arquitectónico de las Termas de Diocleciano sigue el modelo típico de los grandes complejos termales romanos, con una disposición axial que incluía el frigidarium (sala de baños fríos), el tepidarium (sala de baños tibios) y el caldarium (sala de baños calientes). Cada sala fue construida con una maestría ingenieril extraordinaria, utilizando complejos sistemas de calefacción y distribución de agua.El frigidarium, que hoy forma parte de la Basílica de Santa María de los Ángeles y los Mártires, es una de las salas mejor conservadas y más impresionantes de las termas. Este vasto ambiente estaba caracterizado por enormes bóvedas de crucería y columnas colosales que creaban un espacio imponente y majestuoso. El efecto visual estaba diseñado para impresionar a los visitantes y reflejar la grandeza del Imperio Romano.Las termas también incluían una natatio, una gran piscina al aire libre, rodeada por una fachada monumental y flanqueada por dos palestras al aire libre para el ejercicio físico. Estos espacios estaban decorados con estatuas y obras de arte, convirtiendo el complejo en un lugar de belleza y cultura, además de bienestar físico.Un aspecto fascinante de las Termas de Diocleciano es su transformación y reutilización a lo largo de los siglos. Después de la caída del Imperio Romano y el consiguiente abandono de las termas en el siglo VI, el sitio permaneció en ruinas hasta el Renacimiento. En 1561, el Papa Pío IV encargó a Miguel Ángel transformar parte de las ruinas en una iglesia, dedicada a Santa María de los Ángeles y los Mártires. Miguel Ángel integró los restos del tepidarium y del frigidarium en la nueva basílica, preservando así la herencia antigua mientras creaba un espacio de culto cristiano.Además de la basílica, otra parte de las termas fue transformada en una cartuja, un monasterio cartujo, con la construcción del Claustro Grande y el Claustro Pequeño. Estos claustros, con sus jardines y galerías, ofrecen un refugio tranquilo en el corazón de Roma y testimonian la ingeniosidad de adaptar las estructuras antiguas a nuevos usos.Hoy en día, las Termas de Diocleciano forman parte del Museo Nacional Romano, que ofrece a los visitantes la oportunidad de explorar las ruinas de este magnífico complejo y admirar una amplia colección de artefactos arqueológicos. El museo, inaugurado en 1889, alberga diversas colecciones de arte antiguo, que van desde mosaicos hasta esculturas, desde sarcófagos hasta utensilios cotidianos, ofreciendo una mirada profunda a la vida en la antigua Roma.Otro elemento de gran interés es el Aula Ottagona, también conocida como el Planetario, utilizada en el siglo XX para proyecciones del cielo estrellado. Este espacio, con su cúpula majestuosa, es un impresionante ejemplo de la arquitectura romana y su capacidad para crear ambientes de gran impacto visual.
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