Plaza de San Ignacio

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Rione III - Colonna
La Plaza de Sant’Ignazio es una de las plazas más sugestivas y ricas en historia de Roma, ubicada en el barrio de Campo Marzio. La plaza, tal como la vemos hoy, es fruto del genio del arquitecto Filippo Raguzzini, quien la diseñó en 1727 por encargo del Papa Benedicto XIII. Raguzzini creó una obra maestra de urbanismo barroco, inspirándose en las escenografías teatrales de su época. La plaza tiene una forma casi simétrica, con edificios de fachadas cóncavas que parecen abrazar el espacio central, creando un efecto de movimiento y dinamismo típico de la arquitectura barroca. En el centro de la plaza se encuentra la Iglesia de Sant’Ignazio di Loyola, construida entre 1626 y 1650 por los Jesuitas como capilla del Colegio Romano. La iglesia fue diseñada por el matemático jesuita Orazio Grassi, basándose en los planos de Carlo Maderno. La fachada, majestuosa y armoniosa, recuerda a la de la Iglesia del Gesù, con dos órdenes de pilastras y columnas corintias. En su interior, la iglesia es un derroche de decoraciones barrocas, con frescos, esculturas y mármoles preciosos. Uno de los elementos más sorprendentes de la Iglesia de Sant’Ignazio es el techo pintado por Andrea Pozzo, que representa la apoteosis de Sant’Ignazio. Este fresco, realizado entre 1685 y 1694, es un ejemplo extraordinario de trompe-l’œil, una técnica que crea la ilusión de profundidad y espacio. Pozzo pintó una falsa cúpula en el centro de la nave, que, vista desde el punto correcto, parece una verdadera cúpula. Este artificio es un ejemplo perfecto de la habilidad barroca de sorprender e encantar al espectador. La plaza también está decorada con cuatro estatuas de santos vinculados a la orden de los Jesuitas: San Francisco Javier, San Francisco de Borja, San Luis Gonzaga y San Estanislao Kostka. Estas estatuas, esculpidas por Camillo Rusconi entre 1729 y 1734, añaden un toque adicional de elegancia y sacralidad al conjunto arquitectónico. Además de la iglesia, la Plaza de Sant’Ignazio está rodeada de edificios históricos que contribuyen a su encanto. Entre ellos, el Palazzo Odescalchi, un elegante edificio del siglo XVIII, y otros palacios nobles que dan a la plaza, creando una atmósfera de gran refinamiento y belleza. A lo largo de los siglos, la Plaza de Sant’Ignazio ha sido escenario de numerosos eventos históricos y culturales. Era un lugar de encuentro para celebraciones religiosas y manifestaciones públicas, y también albergó asambleas populares y protestas políticas. Por ejemplo, en 1848, durante la República Romana, una multitud se reunió en la plaza para elegir una asamblea constituyente, mientras que en 1870, después de la toma de Roma por parte del ejército italiano, se llevaron a cabo protestas contra la ocupación y a favor de la autoridad papal.
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