Puerta Settimiana
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Rione XIII - Trastevere
La Puerta Settimiana, ubicada al comienzo de Via della Lungara en el barrio de Trastevere, es una de las puertas históricas de las Murallas Aurelianas de Roma. Construida en el siglo III d.C. por el emperador Aureliano, la puerta debe su nombre a la familia Settimia, probablemente relacionada con el emperador Septimio Severo.
Su función original era la de conectar la ciudad con las zonas fuera de las murallas, un papel que ha mantenido a lo largo de los siglos, aunque la estructura en sí ha sido modificada y restaurada varias veces. De hecho, la puerta actual es el resultado de varias intervenciones, siendo la más significativa la realizada en 1498 bajo el Papa Alejandro VI Borgia, quien amplió la apertura y elevó el nivel en comparación con el plano original. El aspecto actual de la puerta, con su arco central y almenas guelfas, refleja en gran medida esta restauración renacentista.
Durante la Edad Media, la Puerta Settimiana era un punto de paso crucial para los peregrinos que se dirigían a la Basílica de San Pedro. El camino que conducía desde la puerta hasta la basílica era conocido como Via Santa, una importante arteria que facilitaba el flujo de fieles. Este papel significativo se ve subrayado por los numerosos documentos medievales que regulaban el mantenimiento de la puerta y la calle, a menudo sujetas a las inundaciones del río Tíber.
En el Renacimiento, con la construcción de nuevas murallas y fortificaciones, la Puerta Settimiana perdió gradualmente su importancia militar y se convirtió más en una estructura simbólica e histórica. Sin embargo, siguió siendo un elemento arquitectónico relevante en el paisaje urbano de Roma, enmarcando la entrada a una de las zonas más pintorescas y culturalmente ricas de la ciudad.
Una anécdota curiosa se refiere a la restauración de 1498, durante el papado de Alejandro VI. Se cuenta que el papa, conocido por su mecenazgo tanto como por su controvertida reputación, quiso reconstruir la puerta no solo por razones prácticas, sino también para dejar una marca duradera de su pontificado. Esta intervención tuvo lugar poco después de la reconstrucción de Ponte Sisto, otro proyecto significativo de la época, que facilitó aún más el acceso a la ciudad para quienes venían de Trastevere.
La Puerta Settimiana también se distingue por sus leyendas y misterios. Entre ellas, una de las más fascinantes es la que la relaciona con un antiguo templo de Jano, el dios bifronte de las puertas y los pasajes. Según esta leyenda, la puerta habría tomado el nombre de “septem Iano laudes”, es decir, las siete alabanzas a Jano, erigidas por Octavio Augusto durante una peregrinación. Aunque esta historia es más mito que realidad histórica, contribuye al encanto enigmático de la puerta.
Desde el punto de vista arquitectónico, la Puerta Settimiana refleja la estratificación histórica de Roma. Sus murallas, almenas y arco central son testigos de las diferentes épocas y estilos que se han superpuesto. Cada restauración, cada modificación ha añadido un nuevo estrato a su historia, convirtiéndola no solo en un acceso físico, sino también en un símbolo de la continua evolución de la ciudad.
Hoy en día, la Puerta Settimiana es una de las puertas mejor conservadas de las Murallas Aurelianas. Su entorno urbano ha cambiado radicalmente en comparación con los tiempos antiguos y medievales, pero la puerta sigue siendo un punto de referencia para quienes exploran Trastevere y sus bellezas. El barrio, con sus calles empedradas, plazas animadas e iglesias históricas, es uno de los más queridos y visitados de Roma, y la Puerta Settimiana marca el comienzo de esta exploración.
La puerta también está cerca de importantes instituciones culturales como la Academia de los Linces y la Villa Farnesina, con sus espléndidos frescos de Rafael. Este contexto cultural enriquece aún más la experiencia de quienes visitan la Puerta Settimiana, ofreciendo una inmersión completa en la historia, el arte y la arquitectura de Roma.
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