Casino en Marino

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El Casino at Marino, ubicado al norte de Dublín, es una de las joyas ocultas de la arquitectura neoclásica irlandesa, y representa un fascinante ejemplo del ingenio artístico y del amor por la antigüedad clásica del siglo XVIII. Encargado por James Caulfeild, primer conde de Charlemont, el Casino fue diseñado por el renombrado arquitecto escocés Sir William Chambers y construido entre 1750 y 1775. Este pequeño edificio, cuyo nombre proviene del italiano “casina” que significa “casa pequeña”, es uno de los mejores ejemplos de arquitectura palladiana en Europa. La idea de construir el Casino surgió durante el Grand Tour de Charlemont, un viaje por Europa que en ese momento era una especie de rito de paso para los jóvenes aristócratas. Durante su viaje, Charlemont quedó profundamente fascinado por la arquitectura clásica italiana y griega, una admiración que lo llevó a querer recrear un rincón de esta belleza en su finca de Marino. El resultado es un edificio que, aunque parece simple desde el exterior, esconde una sorprendente complejidad en su interior. El exterior del Casino es engañosamente modesto, con la apariencia de un templo griego de planta cuadrada, rodeado de columnas y decorado con esculturas elaboradas. Las ventanas, aparentemente amplias, en realidad están divididas en secciones más pequeñas para servir a diferentes habitaciones, y solo la mitad de la gran puerta frontal se abre realmente, un truco de diseño para mantener la ilusión de grandeza. Las columnas huecas sirven como canales para el drenaje del agua de lluvia, mientras que las urnas funerarias romanas en el techo funcionan como chimeneas, otorgando al Casino un aspecto elegante y funcional al mismo tiempo. Al entrar en el Casino, se descubre un mundo de ingeniosos trucos arquitectónicos. El edificio contiene dieciséis habitaciones distribuidas en tres pisos, un contraste sorprendente con su fachada exterior. En el piso principal, el vestíbulo semicircular conduce a tres salas principales, cada una con decoraciones sofisticadas. El suelo del vestíbulo, hecho con maderas exóticas, es un ejemplo de la maestría artesanal de la época. Entre las habitaciones más destacadas se encuentran el Salón Azul, con un refinado parquet y un espléndido techo estucado, y el Dormitorio de Estado, decorado con columnas doradas y paredes turquesas. Uno de los aspectos más fascinantes del Casino es la red de túneles que se extiende debajo del edificio, utilizados durante la Revolución irlandesa como refugios secretos y pasajes seguros. Se dice que Michael Collins y otros líderes revolucionarios utilizaron estos túneles para escapar de sus perseguidores y planificar operaciones secretas, añadiendo una capa adicional de misterio y encanto histórico al edificio. El Casino at Marino no era solo una residencia privada, sino un centro cultural para el conde de Charlemont, que acogía a artistas, escritores e intelectuales de su época. Entre los colaboradores del proyecto se encontraban el pintor Giovanni Battista Cipriani y el escultor Simon Vierpyl, ambos conocidos por el conde durante su estancia en Roma. Vierpyl, en particular, fue encargado de supervisar la realización del proyecto en Dublín, asegurándose de que cada detalle cumpliera con las visiones de Chambers y Charlemont. El edificio ha pasado por varios períodos de negligencia, especialmente a principios del siglo XX, hasta que la Oficina de Obras Públicas de Irlanda (OPW) se hizo cargo de él en la década de 1930, restaurándolo y devolviéndolo a su antiguo esplendor. Hoy en día, el Casino at Marino solo es accesible a través de visitas guiadas, que ofrecen a los visitantes una visión profunda de su fascinante historia y su diseño innovador. La conservación del Casino es un tributo a la importancia histórica y artística del edificio. Las intrincadas decoraciones, los detalles arquitectónicos ocultos y la perfecta integración entre forma y función hacen del Casino at Marino un ejemplo excepcional de arquitectura neoclásica. Su historia rica en influencias culturales y políticas refleja no solo la visión personal del conde de Charlemont, sino también un período crucial de la historia irlandesa, en el que el arte y la política estaban estrechamente entrelazados.
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