Fuente de los Catecúmenos

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Rione I - Monti
La Fuente de los Catecúmenos, ubicada en la pintoresca Plaza de la Madonna dei Monti en Roma, es un precioso ejemplo de arte e ingeniería renacentista. Diseñada por Giacomo Della Porta y realizada por Battista Rusconi en 1589, esta fuente representa un elemento fundamental para comprender la evolución urbana y el suministro de agua en Roma durante el pontificado del Papa Sixto V. La construcción de la fuente tuvo lugar después de la restauración del antiguo Acueducto Alessandrino, renombrado Acueducto Felice en honor a Sixto V, cuyo verdadero nombre era Felice Peretti. Este acueducto, que transportaba agua desde las fuentes del Agro Romano hasta el corazón de la ciudad, permitió la creación de varias fuentes para mejorar la distribución de agua en los barrios de las colinas del Viminale y el Quirinale, que en ese momento estaban escasamente servidos.La Fuente de los Catecúmenos debe su nombre a su proximidad con el Colegio de los Neófitos, también conocido como Colegio de los Catecúmenos, que se encontraba cerca de la plaza. El colegio era una institución dedicada a la educación religiosa de los nuevos convertidos al cristianismo, y la fuente se convirtió en un punto de referencia central para los habitantes del barrio de Monti.La estructura de la fuente está compuesta por una taza octogonal de travertino, un material ampliamente utilizado en la arquitectura romana por su durabilidad y belleza. La taza está adornada con cuatro escudos alternados, dos del pontífice y dos del Ayuntamiento de Roma, para resaltar la importancia institucional de la obra. La taza descansa sobre cuatro escalones también de forma octogonal, que ayudan a nivelar la ligera pendiente de la plaza.Desde la taza se eleva un elegante balaustrado que sostiene un cuenco circular. Originalmente, el agua brotaba de un recipiente central colocado en el cuenco superior, pero hacia finales del siglo XVII, durante una restauración ordenada por el Papa Inocencio XI, el recipiente fue reemplazado por un segundo balaustrado que sostiene otro cuenco más pequeño, desde donde el agua sigue fluyendo. Cuatro mascarones, esculpidos con expresiones grotescas, se encuentran debajo del cuenco inferior y arrojan agua en la taza inferior, creando un juego de corrientes de agua que le dan dinamismo a la fuente.La fuente ha sido objeto de varios trabajos de restauración a lo largo de los siglos. La primera restauración importante data de 1680, bajo el Papa Inocencio XI, mientras que una segunda restauración tuvo lugar en 1879-1880, cuando el Ayuntamiento de Roma intervino para reparar los daños causados por el uso intensivo y el deterioro. La plaza, que albergaba un mercado muy concurrido en un barrio densamente poblado, contribuyó al deterioro de la fuente, lo que hizo necesarias intervenciones de mantenimiento. Una restauración adicional se llevó a cabo en 1997, coincidiendo con la repavimentación y peatonalización de la plaza, para preservar este patrimonio histórico y artístico.La Fuente de los Catecúmenos es también un ejemplo de la capacidad de los romanos para integrar funcionalidad y estética en sus obras públicas. Su construcción no era solo un acto de embellecimiento urbano, sino que respondía a una necesidad práctica de distribución de agua, fundamental para la vida cotidiana de la ciudad. Este equilibrio entre utilidad y belleza es una de las características distintivas de la arquitectura romana y sigue inspirando a arquitectos y urbanistas contemporáneos.Una anécdota interesante sobre la fuente está relacionada con Valadier, famoso arquitecto y urbanista del siglo XIX, que propuso desmantelarla durante los trabajos de reurbanización. Afortunadamente, la fuente fue salvada y hoy podemos seguir admirándola en todo su esplendor. Hoy en día, la Fuente de los Catecúmenos no solo es un elemento decorativo, sino también un lugar de encuentro y socialización para residentes y turistas. Su presencia enriquece la Plaza de la Madonna dei Monti, que se ha convertido en uno de los lugares más animados y concurridos de Roma. Por la noche, la fuente y la plaza cobran vida, con jóvenes y familias que se reúnen para disfrutar del fresco ambiente y la belleza arquitectónica del lugar.
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